Opinión

Recuerdos de Miguel Ángel

Hace tiempo que perdí el contacto con él, pero sí que tengo muy presente su historia antes de ir al Real Madrid. La tienda de Ovidio Feijóo era un lugar de reunión muy frecuente para unos cuantos. Y recuerdo muy bien que allí estábamos Jesús Taboada y yo con el dueño, Ovidio Feijóo, que entonces era el presidente del equipo del Couto, el entonces Atlético Orense. Taboada era el presidente de la Federación de Baloncesto y yo, el secretario.

Habíamos participado en el campeonato juvenil de baloncesto que se celebraba en la Fábrica de Tabacos de A Coruña. Dormía todo el equipo en una pensión en la calle del Orzán. Personalmente me iba a dormir a casa de mi familia, que era cerca. Los jugadores nos pidieron para salir de noche a una discoteca, como así fueron. Eran las nueve de la mañana y desde la casa de mi familia fui a la pensión para despertarlos e ir a jugar. Cual será mi sorpresa que al llegar a sus alojamientos aquello estaba vacío. Todos debían de estar aún de juerga. Mi enfado fue grande... pero la sorpresa también. Unicamente había uno de los jugadores reposando y durmiendo en su habitación. Ese era Miguel Ángel. Le pregunté por los otros y... ni idea. En aquel campeonato de sector estaban la mayoría con alguna copa de más y sin dormir. Imaginemos cómo salió aquel partido y el enfado del único cuerdo, que era Miguel Ángel. Un auténtico desastre. De regreso a Ouense coincidimos en el tren con los árbitros, con los que nos hicimos amigos.

Pues bien, en una de las tertulias con Ovidio Feijóo, le propusimos Taboada y yo mismo que lo dejase ir a probar al fútbol. Le costó a Ovidio, pero cedió y nosotros, a través de Pepe Barbero y su amistad con Saporta, conseguimos que lo probasen en el Madrid. Así fue y allí quedó ya toda su carrera.

Miguel Ángel era un auténtico deportista que sabía medir los tiempos y las fuerzas. Y así, poco a poco y gracias a su esfuerzo diario, tanto en Madrid como cuando venía de vacaciones, se consiguió de él un gran cancerbero tanto del equipo blanco como de la selección española.

Fue un ejemplo para los jóvenes de entonces y de ahora. Sin esfuerzo y sin la constancia de Miguel Ángel, nunca se puede llegar a nada. Él llegó porque supo medirse y bien.

Descansa en paz, querido Miguel Ángel, y que la tierra te sea leve para encontrarte con tantos colegas tuyos que ya te han precedido, ya sea Di Stefano, Puskas o Gento, sin olvidar a Juanito y a Santamaría entre otros muchos.

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