Opinión

Un referente para Ourense

La diócesis ourensana acaba de celebrar un Sínodo que será un punto de referencia. Lo ha dicho el nuncio en España: “Mirando al pasado y viviendo el presente, afrontamos el futuro sin desfallecer. El Sínodo es una fuente de esperanza para nuestra Iglesia”. La Catedral de Ourense acogía el 13 de noviembre la solemne celebración de clausura de la Asamblea Sinodal preparada con esmero durante años tras su convocatoria por parte del obispo, monseñor Lemos, en la Misa Crismal el 24 de marzo de 2016.

Un largo proceso de grupos entre septiembre de 2017 y junio de 2019 que reflexionó sobre varios instrumentos de trabajo: parroquia, caridad y presencia social de la Iglesia, celebración de la fe, anuncio y formación en la fe. Alrededor de 3.000 personas respondieron a la consulta de temas; 2.200 miembros participaron en los 197 grupos sinodales constituidos en la Diócesis con 6.500 propuestas realizadas por los grupos sinodales, sintetizadas en 1.200 por las Asambleas Arciprestales. Tras una nueva síntesis, 132 propuestas fueron aprobadas

En su intervención inicial, monseñor Lemos Montanet recordaba: “Para la Iglesia en Ourense uno de esos sueños comenzado en 2016, es el Sínodo Diocesano. Un sueño que entre todos se ha hecho realidad. Nuestro Sínodo fue una invitación a caminar juntos, unidos y en la misma dirección para la renovación de esta Iglesia particular en la que todos somos necesarios para llevar a cabo la nueva tarea.”

Monseñor Auza leyó un mensaje del papa Francisco en el que exhorta a reconocer este tiempo de gracia como Iglesia particular y anima a “seguir caminando con valentía, para que el mensaje de Cristo llegue a todos, especialmente a los más necesitados y tipos de pobreza que esperan ser atendidas y allí donde ha disminuido o se ha perdido la riqueza de la fe. Un corazón misionero que lleve a sus vidas la alegría del Evangelio. La fe de vuestros antepasados, sencilla pero profunda, ha modelado no solo vuestra propia vida cristiana, sino incluso vuestras costumbres y el territorio con monasterios, conventos, iglesias y santuarios”.

El Sínodo hace llegar un mensaje a los laicos: “No tengáis miedo de presentar a esta Iglesia en salida a los indiferentes, a los alejados, a los que perdieron su fe, incluso a aquellos que viven otras experiencias religiosas”. A los sacerdotes: “Os invitamos y animamos a renovar vuestro amor primero y, confiando en la palabra del Maestro, os rogamos que sigáis echando las redes, convencidos de que el Señor nos envió a sembrar, no a recoger frutos”. A la Vida Consagrada: “Sois Evangelio vivo que se actualiza continuamente con formas diversas (cf. LG 46) y aliento de santidad para esta Iglesia en Ourense”. Y también a las familias: “Vuestras familias son una buena noticia. es posible vivir el amor desinteresado. La aventura de la maternidad y la paternidad es maravillosa, es realizable la experiencia de comunidad y es viable la transmisión de nuestras convicciones más profundas y de fe”.

Sin lugar a dudas, le clausura del Sínodo ourensano será fundamental para el futuro de la diócesis. Así, la asistencia en la catedral que estaba totalmente llena y en la que participaron los obispos gallegos, el primado de Portugal, el de Braganza, Viana do Castelo, Santander, Astorga, emérito de Tánger así como el arzobispo natural de Ourense, monseñor Carballo, secretario de la Congregación para la Vida Consagrada, y se unió asimismo el ourensano monseñor Parrilla, obispo emérito de Perú.

Solemne evento cuidadosamente preparado por un grupo diocesano que estuvo al frente de toda esta actividad y que merece toda clase de elogios. Resta ahora la colaboración eficaz y sincera de todos los cristianos comprometidos en la diócesis. Enhorabuena al obispo que lo convocó y a sus colaboradores.

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