Opinión

Religión de vivos


En la fiesta de san Narciso, patrón de Girona, el administrador diocesano (sede vacante) mosén Suñer pronunció una homilía citando “el insípido Halloween”. Comenzó afirmando: “Hemos de llenar la vida de sentido. ¿Para qué queremos canciones si no tenemos motivos para cantar? Los cristianos no celebramos a los muertos, sino a los que viven con Dios, ya que no es Dios de muertos sino de vivos”. Y es que la fiesta, como dijo mosén Suñer, “es alguna cosa más que un buen repique de campanas o un buen almuerzo o cena”. La fiesta, y también la vida, necesita un sentido, es la celebración gozosa comunitaria, que hace posible que nos encontremos con familiares y amigos comunitariamente en la Eucaristía.

Todo lo que es festivo tiende a celebrarse, aunque “estamos vaciando de sentido nuestra vida social, cultural e incluso cristiana”. Por eso, vaciando de contenido la vida, “nos encontramos que a menudo no sabemos qué celebramos. O simplemente, no celebramos nada, como decía el poeta: ¿para qué queremos canciones si no tenemos motivos para cantar?”.

Estas fiestas, dijo en otro momento “están vacías de contenido y a menudo sustituyen a otras que, desde siempre, hemos celebrado, sabiendo qué celebrábamos. Pienso por ejemplo en la fiesta de Todos los Santos, con la oración por los difuntos (aquellos seres amados que sabemos que han pasado al mundo de Dios) y la visita a los cementerios, y las castañas, y que mucha gente ha sustituido por el insípido Halloween. Y es que los cristianos no celebramos a los muertos, sino a los que viven con Dios (Lc 20:38). Hemos de llenar la vida de sentido en todos sus aspectos: el trabajo, el amor, la sexualidad, la política, la fiesta y por eso para vivir humanamente, nos hace falta el pan del espíritu: criterios, cultura, valores como la justicia, la paz, el respeto, el bien”.

“El contenido profundo de la fiesta no son los fuegos artificiales”, dijo, aunque “nos hacen mirar hacia arriba y contemplar la belleza y la armonía de los colores y de las figuras. El contenido profundo es lo que creemos en el fondo de nuestra vida”. Por eso los cristianos, este 1 y 2 de noviembre, no celebrábamos la muerte, sino la vida de aquellos que ya han llegado a la plenitud del amor de Dios, sabiendo que si Jesús resucitó, también nosotros resucitaremos, ya que la muerte no es un punto final sino tan solo un punto y aparte.

Habríamos de invertir más en educación y en valores que en armamento. Y también pidió “crear un clima de diálogo entre las diferentes religiones y culturas y entre las diferentes opciones políticas”, para así encontrar “caminos de diálogo y de entendimiento para trabajar juntos por una sociedad más justa y solidaria”.

Los cristianos, hemos de ser “testigos de Jesús y de su Evangelio con palabras y hechos”. Hemos de ser testigos de resurrección, no de muerte. Por eso no celebramos “el insípido Halloween”, sino que recordamos en la oración, la gratitud y el afecto a aquellos que hemos amado y que ya viven con Dios.

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