Opinión

Respondiendo a opiniones contrarias

Nos movemos en un mundo en el que parece que un sector pretende hacer del ateísmo una nueva religión o un mundo sin religión. Enlazando este domingo con el tema de los dos anteriores, Flew respondía a quienes se oponen a su fe. Sobre la teoría de Richard Dawkins, para quien el ‘gen egoísta’ es el responsable de la vida humana, Flew la califica de “ejercicio supremo de mixtificación popular”. “Los genes, por supuesto, ni pueden ser egoístas ni no egoístas, de igual modo que cualquier otra entidad no consciente no puede ni entrar en competencia con otra ni hacer elecciones". Y sigue: "Creo que el universo fue fundado por una Inteligencia infinita y que las intrincadas leyes del universo ponen de manifiesto lo que los científicos han llamado la Mente de Dios. Creo que la vida y la reproducción se originaron en una fuente divina”.

Señala “tres dimensiones que apuntan a Dios”: “¿Por qué lo sostengo después de haber defendido el ateísmo durante más de medio siglo? La sencilla respuesta es que esa es la imagen del mundo, tal como yo la veo, que emerge de la ciencia moderna. La ciencia destaca tres dimensiones de la naturaleza que apuntan a Dios. La primera es el hecho de que la naturaleza obedece leyes. La segunda, la existencia de la vida, organizada de manera inteligente y dotada de propósito, que se originó a partir de la materia. La tercera es la mera existencia de la naturaleza. Pero en este recorrido no me ha guiado solamente la ciencia. También me ayudó el estudio renovado de los argumentos filosóficos clásicos”, señala. Interesante su confesión: “Mi salida del ateísmo no fue provocada por ningún fenómeno nuevo ni por un argumento particular, fue por mi permanente valoración de las pruebas de la naturaleza. Cuando finalmente reconocí la existencia de Dios no fue por un cambio de paradigma, porque mi paradigma permanece”. 

Una vez publicado su libro le llovieron las críticas por parte de sus colegas por el cambio realizado, entre ellas la de Mark Oppenheimer en un artículo titulado "El cambio de un ateo", en el que caracteriza a Flew como un senil manipulado y explotado por los cristianos". Sin embargo, Flew le respondió: “El libro representa exactamente mis opiniones. No permitiré que se publique un libro con mi nombre con el cual no estoy cien por ciento de acuerdo”. "La idea que alguien me manipuló porque soy viejo es exactamente incorrecta. Puedo ser viejo, pero es difícil que alguien me manipule. Este es mi libro y representa mi pensamiento”, acabó diciendo.

Una vez redactados estos tres artículos viene a mi mente la figura de aquel intelectual y agnóstico coherente a quien siempre respeté, el "viejo profesor" Tierno Galván. Su última entrevista en el hospital, que guardo como oro en paño, es una lección más. Le preguntan: "Don Enrique ¿usted no tiene fe?". "Cierto -respondió- y bien que lo siento porque de tenerla daría muchas respuestas a mis interrogantes personales, intelectuales y políticos". Las religiosas que allí le atendieron dan fe de su elegancia en todo.

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