Opinión

Saber esperar

Sinceramente creo que saber esperar es una virtud importante y necesaria. Y si me apuran es una característica de la idiosincrasia gallega. Aquello del “deixa que chova que xa escampará…” Las precipitaciones bruscas, reacciones y atosigantes respuestas del momento no siempre traen buenas consecuencias. La paciencia, ya lo decía la Santa, todo lo alcanza, como el de Loyola afirmaba que en tiempos de turbaciones nunca se deben tomar decisiones. Todos tenemos en la memoria nefastas consecuencias tras precipitadas decisiones y reacciones de las que luego nos arrepentimos. Vivimos en una época en la que los acontecimientos se agolpan y tientan a más de uno, incluidos los gobernantes, a tomar medidas que pueden traer graves consecuencias.

Recuerdo un consejo que hace muchos años me dio una persona equilibrada y santa, ponderada y comprensiva. Me decía él que ante un acontecimiento debiéramos pensar: ¿cómo veré esto dentro de dos días, un mes o diez años? Y me ponía otro ejemplo muy claro: si nos situamos en la pista al lado de un avión, será difícil ver el firmamento, pero cuando despega a las alturas, lo vemos como un punto en la inmensidad del firmamento. Claros ejemplos para cuantos son impulsivos y reaccionan de forma primaria ante cualquier acontecimiento o situación.

Una virtud muy necesaria en estos tiempos, como decimos, en los que apenas acaba un hecho y ya está el siguiente. Esto lo vemos en los medios de comunicación, que hoy publican a grandes titulares una noticia de la que, pasada una semana, nadie se acuerda. Las noticias, me decía un querido periodista de esta casa ya fallecido, mueren el día que se publican.

Y si por encima nos movemos al socaire del escándalo, lo novedoso o lo macabro, la cosa llega a límites insospechados. “El Caso” ya desapareció hace décadas, pero parece que algunos pretenden resucitar el estilo y sistema. Porque, desgraciadamente, lo que vende son esas noticias reveladoras de intimidades, problemas de alcoba y demás. Ya me dirán qué interés tiene que se publiquen desavenencias conyugales, por poner un ejemplo. Se publican y, tristemente venden. Acaso sigue siendo necesaria la elaboración de un código deontológico que obligue a políticos, periodistas y demás entes de la vida pública. Suecia bajará los impuestos a la prensa para luchar contra las noticias falsas, porque está en juego el concepto de noticia y el respeto que a todos obliga para con los demás. En definitiva, la paciencia con lo que comenzábamos estas líneas. 

Aquel gran maestro de periodistas fundador de “El Debate” y el “Ya”, Ángel Herrera Oria, cifraba en tres los pilares de la información que podemos aplicar a muchos campos de la vida social: “Informar, formar y deleitar”. Saber esperar y cumplir esos principios tiene una palpitante actualidad que debieran tener en cuanta más de uno. Evitamos poner ejemplos de ello porque están en la memoria de todos, el problema es saber cumplirlo incluso echando mano a la retranca gallega que para esto, como para muchas situaciones, tiene un gran valor.

Recuerdo que expuse estas ideas hace mucho en un claustro de profesores. Murió un catedrático de literatura y al día siguiente le dieron su nombre a la biblioteca. Posiblemente era muy justa la decisión. Pero, ¿se han parado a ver cuantos profesores han pasado por aquí con méritos semejantes? Lo mismo cuando murió la profesora de música pretendían algunos lo mismo. Menos mal que en esta circunstancia, el director, que era gallego, paró la propuesta basado precisamente en cuanto digo. Pasado un mes ya nadie se acordó del tema.

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