Opinión

El servicio eficaz

Muchas veces le había oído a mi recordado obispo Temiño una frase que repetía continuamente y la vivía y practicaba: "Estamos llamados a servir a la Iglesia tal cual ella quiere ser servida". Si queremos ser verdaderos cristianos coherentes con el bautismo recibido tendríamos que cumplirlo. Lo contrario sería vivir la fe cada uno a su manera creando, en la realidad, una iglesia cada uno a su modo y manera lo que en cualquier institución es el mejor modo de destruirla. Porque, además, sigue siendo verdad que "la unión hace la fuerza". Esto ni mucho menos va en contra del pluralismo del que habla el Vaticano II. Porque la fe, dentro de esa unión, puede vivirse desde un convento de clausura a una fábrica, una misión perdida en la selva, o en cualquiera de las instituciones aprobadas por la Iglesia. Precisamente en esa aprobación pluralista está el servicio que reclaman las Bienaventuranzas. Y estará bien recordarlo en el Día de la Iglesia diocesana. "Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios".

Ocurre aquello que tantas veces hemos comentado y que es el culto a las originalidades y ocurrencias personales cuyos contenidos están por ver. En cada momento, a lo largo de la Historia, se han resaltado unos estilos u otros en ese mosaico plural que será cada vez mejor en la medida en que sepamos renunciar a ideas propias en aras del bien común y el fin general que es de lo que se trata. Estamos viendo, por ejemplo, el estilo del papa Francisco totalmente opuesto al de sus antecesores sin perder el hilo conductor de la fe pero que en la constante renovación que el mundo requiere es necesario resaltar.

Personalmente tengo mis recelos ante ciertos personajes a los que les gusta ir por libre. En el fondo nunca construyen y antes bien disipan. Y esto sí que es inmovilismo retrógrado. En esta diócesis, por ejemplo, en las últimas décadas han pasado varios obispos con estilos bien diferentes y es a ellos, a nivel de fe, a quienes estamos llamados a escuchar y seguir, ya que a ellos corresponde el sagrado deber de enseñar, regir y santificar. Vivir en añoranzas, en comparaciones o con visiones retrospectivas está totalmente en contra del sentir eclesial. Mirar adelante y tratar de remar según el patrón del barco, eso es fe. Las tristes divisiones provenientes de otras épocas han producido en las iglesias locales nefastos resultados, divisiones improcedentes y lamentables sucesos. Y eso ni mucho menos está en contra del positivo pluralismo en ese mosaico en el que cabemos absolutamente todos siempre que seamos capaces de colaborar y sin excluir a los que piensan distinto. Uno es el mosaico aunque diversas las tonalidades que lo componen y hacen hermoso.

Por eso, y a la vista de esta doctrina, sorprende que algunos en su cortedad entiendan esta postura como de oportunistas, paniaguados o de personas con afán de poder o de acercarse y cobijarse en él, cuando de lo que se trata es de servir tal como la Iglesia quiere ser servida.

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