Opinión

Con el tejado de piedra

Hoy se celebra, tanto en Granada como en Ourense, la fiesta del Cristo. En la ciudad andaluza a la fiesta le llaman "Las Cruces", que en la ciudad de las Burgas con similares connotaciones le llamamos "Os Maios". Una fiesta que litúrgicamente ahora coloca la Iglesia en el 14 de septiembre, pero que la tradición, tanto en la Alhambra como en la vieja Auria, se ha mantenido en el comienzo de mayo. El tríptico de la ciudad coloca a la venerada imagen junto al Puente y las hirvientes aguas de las Burgas. Y ello es un fiel reflejo de una fe de siglos que congregó en este día y en el del Corpus a gran cantidad de peregrinos para honrar a la inconfundible imagen similar a la que custodia la catedral de Burgos. Incluso hay una réplica en Brazatortas (Ciudad Real) donde la veneran con el titulo de Santo Cristo de Orense.

Al obispo Vasco Pérez Mariño se debe en gran parte la devoción a la milagrosa imagen. "Devoción -dice Muñoz- no solo de Galicia y reinos confinantes, sino innumerables peregrinos de todas las naciones, que antes o después de visitar al Apóstol, concurren a venerarla". La imagen estaba en Finisterre, y como era propio del prelado de aquella villa, quiso ennoblecer su catedral con esta joya y enterrarse a sus pies en la ubicación inicial donde aún hoy reposa, enfrente a la entrada de la actual capilla. La imagen se colocó inicialmente en el siglo XIV cerca de la puerta norte de la catedral hasta que, en el siglo XVI, fue trasladada al lugar actual donde estaba hasta entonces la sacristía. Hermosa capilla guardada por la reja de Juan Bautista Celma, pagada por el obispo Pedro González Acevedo. La inigualable capilla barroca la contrató el Cabildo en 1569, con el arquitecto Juan de Herrera de Gajano, en 580 ducados, y el día 8 de abril de 1573 el prelado y el cabildo trasladaron a ella el Santo Cristo, que dice el cantar que "ten o tellado de pedra, pero bem o pudera ter de ouro si o Santo Cristo quixera". En la decoración intervinieron escultores como Castro Canseco, uno de los más notorios.

Este rincón de nuestra catedral es de los lugares de culto más hermosos de España. Impresiona la decoración que recoge y crea un silencio y recogimiento únicos. Perfecto recinto religioso para la oración y el encuentro con la vida espiritual. A lo largo de los siglos, la piedad de los devotos, la fe de los ourensanos, ha ido creando leyendas y anécdotas sin fin como fruto mas bien del amor que de la realidad. Porque en el fondo el Cristo y la Virgen forman parte de las tradiciones de un pueblo cuya fe brota sobre todo en momentos puntuales como novenas y festividades. Prueba de que la fe existe aun cuando permanezca oculta tantas veces.

Tradicionalmente, los ourensanos de siempre se postraban junto a las rejas de Celma para musitar en silencio la súplica más deseada, la oración más sentida y el amor más entrañable. Su impresionante rostro y su cuerpo tan real producen una atracción como pocos y por ello es venerado, honrado y querido por el pueblo.

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