Opinión

Todo lo hizo ella

Para todos cuantos pertenecemos a la familia salesiana, el 24 es ese número que llevamos o procuramos llevar siempre en el corazón. Sería imposible concebir la obra de Don Bosco sin esa figura de María Auxiliadora. Primero fueron los franciscanos, al norte de Italia, pero luego Don Bosco fue el gran promotor de esta devoción, cuya fiesta celebrábamos ayer y que el santo de Turín nos recuerda: “Todo lo ha hecho Ella”.

Juan de Austria, el célebre Geromín, en aquella película tan antigua que veíamos de niños, acaba el film con una hermosa foto de la imagen de la Auxiliadora. Fue así formado desde niño y hacen aparecer la imagen en la película sobre su vida. 

El Concilio Vaticano II es muy parco al citar las advocaciones marianas. Pone tres y una de ellas es la Auxiliadora, por su actualidad y significado. Muchas cosas cumplió D. Bosco cuando su madre lo envió al colegio y una de ellas era    la devoción a María y que siempre se rodease de los mejores de su colegio.

Nuestro tan querido rector mayor de los salesianos, el padre Ángel Fernández Artime, que también dirigió el colegio de Ourense, nos dirigía una carta interesante sobre la devoción a Mª Auxiliadora. Comenzaba así: “Algo que he vivido recientemente, me ha hecho pensar mucho sobre cierta responsabilidad que tenemos ante la devoción a María Auxiliadora. A finales del mes de marzo, visitando de nuevo Perú, me encontré a una multitud de más de tres mil personas que se habían convocado para celebrar la Eucaristía en honor a nuestra Madre Auxiliadora. Si en la familia de Don Bosco existiesen personas que no hacen referencia a la Auxiliadora, serán otra cosa, pero no serán hijos e hijas de Don Bosco. 

”Muy especialmente me llegó al corazón la profundísima devoción a María Auxiliadora. Casi de modo improvisado -porque sólo un par de semanas antes comuniqué que me gustaría ir a conocerles-, me encontré a las 6 de la tarde de un día de semana cualquiera a toda una multitud de más de tres mil personas que se habían convocado entre sí para celebrar la Eucaristía en honor a nuestra Madre Auxiliadora. Pude ver cientos de muchachos y jóvenes con sus padres y madres, decenas y decenas de niños, niñas y adolescentes de los diversos oratorios salesianos del lugar, los docentes, los educadores, etc… El ‘eterno calor de la ciudad’ me parecía poca cosa comparado con la fe, la devoción, la interioridad y plegaria, el canto y todo lo que me imaginaba que llenaba los corazones de aquellas personas, al igual que llenaba el mío.

”María Auxiliadora, como prometió Don Bosco, es faro que ilumina, puerto seguro, amor maternal de su Hijo y de todos nosotros. Ella es, en definitiva, la Madre en quien abandonarnos y que siempre nos llevará a su Hijo Amado. Lo pude ver también en Piura.

”Ella, la Madre, y la devoción a la Auxiliadora como Madre del Señor y Madre nuestra no es opcional en el carisma salesiano, como no era opcional para Don Bosco. Es, sencillamente, esencial. Deseo de todo corazón que Ella, la Madre del Hijo Amado, Ella la Auxiliadora siga siendo tan especial en todos los lugares del mundo como lo es, también, en ‘la ciudad del eterno calor” (Piura-Perú).

Ante todos estos hechos es lógico que todos los miembros de esa familia llevemos su imagen en la cartera y el corazón. D. Bosco fundó algo más que una congregación religiosa, ¡fundó una gran familia!

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