Opinión

Un día grande

Es grande para Portugal pero lo es también para Ourense, a donde vino para quedarse en el corazón de los ourensanos gracias a aquel grandísimo hombre que fue don José como impulsor y creador de la devoción en estas tierras. Lo fue durante toda la novena, pero lo es en este día en el que los ourensanos recorren las calles con la vela y el transistor para acompañar a la Virgen Blanca. Nunca se podrá escribir la vida de la Iglesia en Ourense sin hablar de la Virgen de Fátima. Es la advocación católica del siglo XX. El barrio de O Couto la cuida con mimo, pero todos los ourensanos la visitan con el cariño de quienes saben, porque lo palpan, que es una madre solícita.

Y lo es de todos los ourensanos porque han sido ellos los que, guiados por don José, han levantado ese santuario votivo. Aquel inolvidable párroco al que quise, quiero y recuerdo con toda vitalidad, fue capaz de transmitir a toda la diócesis aquel quinto mandamiento de la Iglesia: “Ayudar a la Iglesia en sus necesidades”. Uno de aquellos preceptos eclesiásticos que obligan a todos los fieles católicos y que fueron dictados para mejor guardar los divinos.

Todos sabemos cómo se levantó el templo de ese barrio señero de la ciudad. Fue la colaboración ciudadana la que lo hizo posible. Fue célebre la explicación del párroco sobre ese mandamiento: “Dar piedras para O Couto”. Y consiguió ese gran monumento más tarde revestido por dentro de joyas y sacrificios de los ourensanos. Lo fue la corona con joyas de los fieles, como la imagen de plata que cuida el santuario con ese Vía Crucis simbólico y único. Los mosaicos de Padrós, que adornan las paredes, así como las vidrieras de Maumeján son dos muestras más. Pero sobre todo la imagen de la Virgen (regalo de una ourensana residente en Lisboa) una talla única, obra del gran escultor fatimeño Ferreira Thedim y que llegó custodiada desde la Cova de Iria por unas palomas que nunca la abandonaron, incluso dentro de la Catedral. Sin pasión de ourensano, puedo afirmar, siendo del mismo autor, que es mucho más hermosa que la que se guarda en la Capelinha de Fátima. La expresión de su rostro, la piedad de sus manos, la dulzura y espiritualidad que rezuma son únicas. Lo reconocen incluso los portugueses que visitan Ourense.

Estoy plenamente convencido, y lo he dicho en público en la Capelinha de Fátima portuguesa muchas veces: después de la Cova de Iria, sin duda alguna, el lugar con mayor devoción a la Virgen Blanca ¡es Ourense! Así de claro.

Hay un detalle que siempre me recuerda el obispo emérito de Leiria, don Serafín. Fátima pertenece al ayuntamiento de Ourêm. ¡Gran coincidencia! El mismo origen que Ourense. Hagan ustedes la interpretación que deseen. Como para mí y para toda la Familia Salesiana el cuarto secreto de Fátima tiene grandes similitudes con el célebre “Sueño de las dos columnas” narrado por Don Bosco en 1864. 

Mi enhorabuena también, como pontino, para ese barrio que cuida con esmero a tan grande Madre.

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