Opinión

¿Por qué volvieron?

El tema que tratábamos el pasado domingo da para mucho más. La vuelta de otrora personas ateas a la creencia en un ser absoluto, trascendente y padre se está dando en muchas partes del mundo. Desde siglos ha sido un tema que, por lo menos, ha atraído a grandes pensadores y que muchos de ellos han encontrado las "vías" para llegar a la creencia en Dios. San Anselmo, Santo Tomás, Descartes, Kant y muchos más han marcado fundamentalmente este campo sobre la “Inteligencia creadora” que llevó a Flew, como veíamos, a dar una vuelta en redondo.

Pero ¿qué indujo a Flew a cambiar tan radicalmente su concepto de Dios? La razón principal nace de investigaciones científicas sobre el ADN que, para él, muestran la existencia de esa “inteligencia creadora”. Dice: “Lo que creo que el ADN ha demostrado, debido a la increíble complejidad de los mecanismos que son necesarios para generar vida, es que tiene que haber participado una inteligencia superior en el funcionamiento unitario de elementos extraordinariamente diferentes entre sí; la enorme complejidad del gran número de elementos que participan en este proceso y la enorme sutileza de los modos que hacen posible que trabajen juntos. Esa gran complejidad de los mecanismos que se dan en el origen de la vida es lo que me llevó a pensar en la participación de una inteligencia”.

Personalmente siempre me ha impresionado el maravilloso orden del universo. La célebres "Cinco Vías" tomistas acaso hoy en día estén lejos de satisfacer con sus pruebas, pero en su conjunto y volviendo al final de mi articulo del pasado domingo, llevan a demostrar, cuando menos, que la fe es algo racional. Incluso a la "Crítica de la razón práctica" kantiana en la que, pese a negar la existencia divina a nivel teórico, llega a sostenerla como una exigencia moral. Flew como que une las dos cosas, la exigencia para su respuesta científica plena, y para su inquietud interior. Y bien creo que esa postura es la que a algunos jóvenes les seduce porque pasan ampliamente de la teoría y de las ideas más o menos hermosas en su pretensión de aterrizar en su yo diario.

Porque vivimos en un mundo en el que han desaparecido los argumentos llamados de autoridad, incluso el "consentimiento universal", y para llegar sobre todo al mundo juvenil, es preciso aterrizar en la realidad diaria y responder a los interrogantes que les sugiere el tiempo del progreso y del cambio permanente. Lo que configura el día a día les atrae más y les lleva a creencias que no siempre son positivas para ellos pero que son las suyas. Por eso, partiendo de la ciencia y de ese mismo progreso es desde donde pueden muchos encontrar respuestas. Por otra parte, también está la sociedad inmersa en lo novedoso, en el cambio permanente, en la cultura de lo tangible y la plástica, lo que les dificulta enormemente dar el salto al absoluto y lo trascendente.

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