Opinión

España solo hace los deberes que le ponen

España es un país que ha pasado de decir hasta hace poco que tenía la mejor sanidad del mundo a maldecir lo que se había dicho. Da la impresión de que ahora es todo un desastre. Ni era cierto lo que se destacaba antes ni lo que se lamenta ahora: es todo mucho más normal de lo que parece, si ponemos la situación en el contexto europeo. Otra cosa es que aquí se gestione peor. O que unas comunidades lo hagan bien y otras no tanto.

Cuando se denuncia que España sigue por debajo de la media de la UE en gasto sanitario hay datos que lo avalan. Pero si queremos decir toda la verdad hay que ir un paso más allá. En realidad, España gasta en sanidad en la misma proporción que otros socios europeos, en función de su PIB. El problema está en que el nivel de renta en España es más bajo y por eso gasta menos en términos absolutos. Es decir, su esfuerzo económico es similar o, dicho de otro modo, si España igualase las cifras de Alemania tendría que hundir su gasto en educación y otros pilares del Estado de bienestar.

El PIB per cápita de 15 comunidades autónomas españolas es inferior a la media europea y solo Madrid y País Vasco la superan. La media española anda por los 25.500 euros, lejos de los más de 32.400 euros de la UE. ¿Y qué pasa con la sanidad? Pues que las comunidades españolas destinan de media 1.808 euros per cápita, mientras la media de la UE está en 2.244 euros. Curiosamente, Madrid –la comunidad más rica– es la que menos invierte en sanidad por habitante, con 1.446 euros. Pero ojo: si bien España está en gasto público en sanidad lejos de la media europea, en gasto privado está cerca, en buena medida por el impacto de la sanidad privada en Madrid y otras grandes ciudades.

¿Qué complica aún más las cosas? La esperanza de vida en España es la más elevada de todos los países de la UE y este dato tan positivo, combinado con la baja tasa de natalidad, da lugar a un aumento del porcentaje de la población con edades comprendidas entre los 65 y los 80 años, que necesitan más cuidados sanitarios.

Es evidente que España debe asignar recursos para poder ofrecer una atención más eficaz y una mejor gestión de las enfermedades crónicas fuera de los grandes hospitales, que en general funcionan bien, a diferencia de la atención primaria. Pero eso no es gratis: o bien se aumenta el PIB, es decir, la riqueza del país, o bien se recorta en otras cosas.

¿Qué es lo que pasa en el fondo en España? A menudo la clave está en no reconocer la realidad, empezando por asumir que España no es Alemania, una gran potencia industrial, a diferencia de España, que es una potencia turística. Con el PIB español no podrá hacerse mucho más de lo que se hace en sanidad –salvo en Madrid y Euskadi–, ya que nadie querrá reducir el gasto en educación o en pensiones. Pero sí podrá gestionarse mejor, sin duda.

Hay otra gran quimera en España. Sus administraciones públicas –no solo el Gobierno, pero también– se han acostumbrado, como si fuesen niños pequeños, a hacer los deberes que les ponen desde Bruselas, pero no a hacer esos y otros deberes por autoconvencimiento. Por ejemplo, España intenta cumplir a trancas y barrancas con los objetivos de la UE en déficit, deuda y pensiones, ya que si no lo hace no le dan ayudas europeas, pero en aquellas materias donde Bruselas no dicta un criterio –léase la sanidad– España no se pone las pilas. 

@J_L_Gomez

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