Opinión

La gasolina sube rápido, pero tarda en bajar

Un coche reposta combustible en una estación de servicio.
photo_camera Un coche reposta combustible en una estación de servicio.
Es una práctica que suscita críticas sobre la falta de competencia, ya que la rapidez con la que los aumentos de precios se trasladan al consumidor no se corresponde nunca con el ritmo de las bajadas

La reciente fluctuación en el mercado energético europeo revela la intrincada interacción de factores geopolíticos, económicos y laborales en la determinación de los precios de los combustibles. Mientras que el acuerdo salarial en una empresa australiana ha generado un descenso en los precios del gas natural, la creciente demanda de combustibles durante el verano ha impulsado el aumento constante de los precios de la gasolina y el diésel.

Además, la sombra de la crisis energética causada por la invasión rusa en Ucrania sigue influyendo en la percepción de la seguridad del suministro energético. En última instancia, se demuestra cómo los precios de los combustibles son el resultado de una compleja red de fuerzas económicas y políticas que impactan directamente en la vida diaria de los consumidores, cuya capacidad de reacción es muy limitada.

En apenas unos días, el panorama energético experimentó un giro intrigante y desigual, donde destaca la relación entre el gas natural y la gasolina en términos de fluctuación de precios. Por un lado, el mercado de gas natural fue testigo de un inesperado colapso en los precios, mientras que, por otra parte, el precio de la gasolina alcanzó su punto más alto en un año tras un constante aumento en las últimas siete semanas.

Todos estos movimientos, aparentemente contradictorios, resaltan una vez más la complejidad de los factores que influyen en los precios de los combustibles y su impacto en la economía y el bolsillo de los consumidores.

La sorpresa, en este caso positiva, se dio en el mercado de gas natural, donde el precio cayó un asombroso 21% en Europa, una vez que los sindicatos de Woodside Energy, una importante empresa gasista australiana, llegaron a un acuerdo salarial que alivió las preocupaciones sobre una posible huelga. Este pacto desencadenó un desplome en los futuros de gas natural, marcando el mayor descenso desde marzo de 2022. Pero la amenaza de huelgas en otras instalaciones gasistas, como las de Chevron, ya había contribuido a la volatilidad de los precios en semanas anteriores. Las tensiones laborales habían inquietado a los operadores porque podrían haber afectado hasta el 10% del suministro mundial de gas natural licuado.

Racha alcista

La tranquilizadora situación del gas natural contrasta con la dinámica de los precios de la gasolina, que han estado en constante aumento durante siete semanas consecutivas. A pesar de estar las reservas de petróleo en niveles máximos ante una demanda industrial moderada, debido al enfriamiento de la actividad, los precios de la gasolina y el diésel han continuado su racha alcista. Desde el inicio de esta tendencia a principios de julio, el precio del litro de gasolina ha aumentado en un 7,34%, mientras que el del diésel ha experimentado un aumento superior al 11%.

¿Especulación? Hay expertos que sostienen que la persistente demanda de combustibles durante la temporada de verano, impulsada por los desplazamientos y viajes, ha sido un factor clave en el aumento constante de los precios de la gasolina y el diésel. Lo cierto es que las subidas de precios de los combustibles ocurren más rápidamente en épocas de alta demanda, pero disminuyen de manera más lenta, lo cual suscita críticas sobre la falta de competencia en el sector dada la rapidez con la que los aumentos de precios se trasladan a los consumidores.

@J_L_Gomez

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