Opinión

El verano irá pasando y el otoño será duro

Calendario en la Bolsa de Madrid.
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Los grandes problemas económicos de España –déficit y deuda– se miden en miles de millones de euros, de ahí que los sucesivos paquetes de ayudas que va anunciando el Gobierno se quedan siempre cortos.

Las perspectivas económicas son en general pesimistas y están dominadas por una inflación elevada que se hace cada vez más persistente. Es un problema general, pero que afecta más a unos que a otros; sobre todo a los menos ricos, ya sean personas, empresas o países. Sobre este paisaje económico adverso sobrevuela la idea de que EE UU implica cada vez más a Europa en su defensa de la hegemonía occidental frente a China. La complejidad es inmensa.

Ahora mismo, los tipos de interés son más bajos en Europa que en EE UU, con lo cual el capital busca refugio en el dólar, que se encarece con respecto al resto de monedas, entre ellas el euro. Como observa Joan Bonet i Majó, director de estrategia de mercados en Banca March, los bancos centrales se afanan en endurecer las condiciones financieras, subiendo los tipos de interés a toda costa, para sofocar una inflación no vista desde hace 40 años.

Si la Reserva Federal de EE UU continúa subiendo los tipos de interés para contener su inflación, el Banco Central Europeo (BCE) estaría prácticamente obligado a subirlos también, a riesgo de que el euro siguiera depreciándose y terminase por elevar –más todavía– la inflación en la eurozona.

Todo esto para España es especialmente negativo, ya que todavía no recuperó lo que había perdido en la pandemia. Ha sobrevivido gracias a la deuda, pero esa etapa de dinero fácil se ha terminado.

Tanto el Banco de España como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) llevan tiempo advirtiendo de que España necesita un plan a medio plazo para reducir el déficit y la deuda pública. El Gobierno, agobiado por las circunstancias y las presiones, mira para otro lado. La verdad, tampoco tiene mucho margen.

Cristina Herrero, presidenta de la AIReF, habitualmente crítica, lo es más tras el debate sobre el estado de la nación. “Seguimos sin saber qué pasará con las cuentas públicas. No se ha concluido la reforma de pensiones, hay que reformar el sistema tributario y el de financiación autonómica. La posición de la UE ya está siendo más prudente en el plano fiscal y, en algún momento, volverán las reglas fiscales. Hay que orientar las cuentas y empezar a trabajar, pero no hay propuestas sobre la mesa”, zanja con un lenguaje claro y directo.

¿Es la solución un milagro, un ajuste o nuevas ayudas europeas? Un milagro sería en este caso que Rusia pusiera fin a la guerra en Ucrania. Un ajuste, a un año vista de las elecciones municipales y generales, no parece probable, aunque sea necesario. Nuevas ayudas europeas tal vez las haya, pero no serán suficientes. Visto lo visto, lo mejor sería un milagro.

Por ahora, Bruselas mantiene la estimación de PIB español en el 4%, pero eleva al 8,1% la previsión de inflación en 2022. La UE mantiene la economía española como una de las más dinámicas este año, aunque rebaja su pronóstico para el próximo en el 2,1%.

Los grandes problemas de España se miden en miles de millones de euros, de ahí que los sucesivos paquetes de ayudas que va anunciando el Gobierno se quedan siempre cortos, aunque estén bien intencionados. Tampoco ayuda la falta de acuerdo político –la tensión es permanente– y se teme un otoño caliente si en septiembre no hay un pacto de rentas entre empresarios y sindicatos. El verano irá pasando como mejor se pueda, pero los problemas llegarán en octubre. Ya no es un secreto para nadie.

@J_L_Gomez

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