Opinión

¿Volveremos al vicepresidente económico?

La inminente designación del candidato – o candidata- del Partido Popular a las elecciones europeas de mayo mantiene abiertas las especulaciones sobre la dimensión que tendrá la primera crisis de gobierno de Mariano Rajoy, nada amigo de los cambios. A esa incertidumbre se suma la posible salida del Ejecutivo del ministro de Economía, Luis de Guindos, quien se perfila como futuro presidente del Eurogrupo, en 2015. No solo le apoyaría Rajoy en ese cometido; también, el alemán Wolfgang Schäuble y el francés Pierre Moscovici.

Especulaciones sobre la candidatura europea hay muchas, empezando por la del ministro Arias Cañete, cuyos conocimientos en materia europea le darían solidez al PP, y terminando por la de Ana Pastor, amiga personal de Rajoy, y una mujer con perfil centrista, de buen talante y capaz de conectar con la gente de la calle. Pero conociendo a Rajoy no habría que extrañarse de que las especulaciones y las hipótesis –incluso las de su gente- no lleguen muy lejos.

Siendo importante la candidatura europea, al menos en términos electorales, puede serlo aún más el relevo de Economía. Digamos que el PP se juega más en las elecciones que sustituyendo a De Guindos, pero que para el conjunto de los españoles es más importante quien gobierne su economía que un cabeza de cartel, que en última instancia tampoco irá más allá de ser un eurodiputado.

Las quinielas para el relevo de Luis de Guindos incluyen más nombres: desde Álvaro Nadal, el jefe de la oficina económica de Rajoy –sin duda un economista cualificado- hasta el presidente del ICO, Román Escolano, pasando por el jefe del Tesoro, Iñigo Fernández de Mesa, o el portavoz del PP en el Senado, José Manuel Barreiro. Claro que en el Gobierno también hay candidatos al puesto de Luis de Guindos, empezando por Cristóbal Montoro, que sueña con volver a unir Economía y Hacienda, lo que le daría rango de vicepresidente. Se le olvida el pequeño detalle de que a Rajoy parece gustarle más que los ministros enreden y pueda mandar él, lejos de soportar la figura de un vicepresidente económico poderoso. No con tantas ambiciones como para aspirar a una vicepresidencia pero sí a la cartera de Economía estarían también Margallo –cada día más ministro de asuntos catalanes que de Asuntos Exteriores- o Soria, a quien le quema la tarifa eléctrica.

De todos ellos, el perfil más afín a Rajoy, por talante, ideología, trayectoria –de abajo arriba- y apego al PP, es José Manuel Barreiro, presidente del PP de Lugo y a quien le van mejor las cosas en Madrid que en la Galicia de Feijóo, de quien fue adversario interno para relevar a Manuel Fraga. Sería complementario con Montoro, pondría coto a las veleidades neoliberales de Luis de Guindos –Barreiro es más bien un democristiano conservador- y elevaría el discreto nivel del Gobierno, dada su condición de catedrático, sin cacarear demasiado. Línea Rajoy, al más puro estilo del jefe.

Nombre o no ministro -de lo que sea- a Barreiro, el mero hecho de que su nombre aflore en Madrid constituye un mensaje interno al hombre fuerte del PP de Galicia, Alfonso Rueda, que no es precisamente el presidente del club de fans de Barreiro.

¿Conclusión? Que Mariano Rajoy tiene mucho donde elegir, sobre todo en el área económica, y que suele ser difícil adelantar sus decisiones, máxime cuando ni él mismo las ha tomado y solo se las está pensando.

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