Opinión

Cuando reinventamos el baloncesto

Dicho así, podréis pensar que es una presunción, algo exagerado. Pero insisto: en la existencia del baloncesto en Ourense tuvimos mucho que ver los pontinos jóvenes de los años cincuenta. Os explico.

En los comienzos de los años cuarenta, después de haber ganado la guerra las huestes de Franco, había soldados catalanes que habían hecho la “mili” en la zona roja. Semejante incongruencia no debía permitirse. Y decidieron que repitieran su formación militar, vamos la buena,  lejos de casa. Y los mandaron a Ourense.

Claro. Lo suyo, deportivamente hablando, era el baloncesto. Y nos lo enseñaron. Emilio Arnau, uno de los más destacados del grupo, y demás, volvieron a casa. Pero dejaron aquí su semilla. Los que finalizábamos aquel interminable bachillerato de siete años y reválida en Santiago, formados en Salesianos, dimos en practicarlo a la derecha del Miño. Y sucedió algo sorprendente.

Desaparecía la Estación de Ferrocarril de la Plaza de General Moscardó y se iba para la nueva Estación de lo alto de la Avenida de las Caldas. Y quedaban en ruinas unas amplias instalaciones abandonadas –donde hoy están 12 de Octubre e Instituto- a las que echamos mano. Pegado a la subida de la Avenida de Santiago estaban los Muelles de Mercancías de Gran Velocidad, con paredes, piso de cemento y sin techo. Clavamos un tablero en cada fondo, marcamos, y cancha hecha.

 En el lado opuesto,, junto a la hoy bajada de Vicente Risco al Puente Nuevo, se derribaron los Muelles de Pequeña Velocidad . Se retiraron las vías y, utilizando los camiones de material de obras de la familia Mosquera, cuyos hijos eran de los nuestros, trajimos cargamentos de tierra, que volcamos, y rodillo en mano, extendimos. Representamos en el Cine Yago “El Verdugo de Sevilla” de Muñoz Seca, y obtuvimos un beneficio de 1.500 pesetas, con las que pagamos puntualmente a una carpintería que nos fabricó unos tableros.

En semejantes instalaciones, primero hicimos un torneo local, con equipos de calles. Pero aquello prendió y surgieron equipos de zonas de todo Ourense. Benito Alonso, en su piso de Cardenal Quevedo, instaló la Federación Orensana de Baloncesto. Pepín Alvarez, al lado del Cine Avenida, presidente de los árbitros. 

Más canchas. En el Hogar Infantil del Hospital de la Lonia, el Pompeo en el Instituto del Posío, el propio Colegio Salesiano. Luego Maristas, estadio del Couto, el Cine Airiños, en Concejo. Y finalmente el Pabellón Francisco Franco de Los Remedios.

Queridos… así empezó a escribirse la historia del basket. De nuestro basket.

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