Opinión

El niño que desearía ser perro

Señores abogados defensores, con el paso de los años la ciudadanía hemos venido percibiendo en esa Corporación un abandono importante en la implicación en los problemas de la justicia, así como respecto a múltiples y con relación a muchos problemas sociales, muy graves en ocasiones. Se ha normalizado que la Excma. Sra. Decana que es quien ostenta la representación del Colegio de acuerdo con el art. 40 de los Estatutos, en actos y ante instituciones, sistemáticamente venga haciendo dejadez de sus funciones, delegando la representación de la institución en segundos de a bordo, cuando los estatutos solamente prevén que sea el vicedecano quien asuma sus funciones en caso de ausencia, enfermedad, abstención, recusación o vacante.

El artículo 8 de los Estatutos del Colegio, dicen: “Son fins esenciais do Colexio de Avogados, no seu ámbito territorial, o servizo á sociedade, á xustiza e aos seus colexiados, mediante a ordenación do exercicio da profesión, a súa representación exclusiva, a defensa dos dereitos e intereses profesionais dos colexiados, a formación profesional permanente da avogacía ourensá, o control deontolóxico e a aplicación do réxime disciplinario, a defensa do Estado social e democrático de dereito proclamado na Constitución, a promoción e defensa dos dereitos humanos e a colaboración no funcionamento, promoción e mellora da Administración de xustiza”. Como se desprende del texto, nada dicen los estatutos de la defensa de los animales.

Sin embargo, el pasado 18 de octubre, en esa Corporación, se procedió a la constitución formal de un Grupo de Trabajo en Defensa de los Derechos de los Animales amparado por el ICA Ourense de conformidad con el Acuerdo de la Junta de Gobierno en su Sesión de fecha 18 de febrero de 2020.

En esa línea de apatía institucional a la que se hizo mención al principio, esa Junta de Gobierno, que nos conste, nunca constituyó un grupo de trabajo para temas relevantes que afecten a la Justicia en general y a ciertos grupos de personas en particular, ni con relación a los demás fines esenciales establecidos estatutariamente.

Sin embargo ahora surge un tema que le resulta de especial relevancia a la cúpula de esa institución: la defensa de los animales. Por esa razón, yo me uno a Roberto Carlos y: “Yo también quisiera ser civilizado como los animales”.

Y como quienes ocupan esos cargos en la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Ourense no se han preocupado por los derechos de los niños hasta ahora, les pido que me incluyan aunque sea como perro dentro de ese grupo de trabajo.

Entiendo que será la única forma a través de la cual los niños podamos ver que la abogacía de Ourense se preocupa por nuestros problemas, aunque sea tratándonos al menos al mismo nivel que a los animales.

Es necesario recordar aquí que el nacimiento de los derechos de la infancia se vincula precisamente, con un alegato ante los tribunales estadounidenses, de que la niña maltratada (Mary Ellen Wilson) debía tener, al menos, los mismos derechos que los animales (que en ese momento sí se reconocían en EEUU). Pero no creo que en España estemos a ese nivel en la actualidad, aunque muchas veces esos derechos se vulneren ante el silencio de muchos.

De todos modos, creo que su forma de actuar que llevan a aceptar este tipo de peticiones deberían producirles al menos sonrojo.

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