Opinión

La ‘Universitas’ y el Plan Bolonia

El pasado mes de noviembre se iniciaron las protestas estudiantiles contra el famoso Plan Bolonia, que va a afectar, y mucho, a nuestras universidades. Famoso por el nombre y casi totalmente desconocido. El otro día nuestros estudiantes volvieron a manifestarse y probablemente tendremos tema de debate hasta septiembre-octubre, en que darán comienzo los nuevos planes de estudio. Planes de estudios, en su mayoría, elaborados por docentes que pensaron más en sus intereses particulares de sus disciplinas y áreas de conocimiento, que en el ejercicio profesional posterior de los titulados. Planes de estudios que debieran ser diseñados por comisiones de expertos preparados, que pensaran más en la profesión futura de los estudiantes, que en las motivaciones de los docentes universitarios. Muchos de dichos planes son engendros que contradicen el objetivo prioritario del plan que lleva por nombre la famosa ciudad italiana. Lo que no deja de ser un gran contra-sentido. Comenzando por la gran dificultad que va a haber en nuestro propio país para ser convalidados por su excesiva diversidad.


Con este plan se busca algo tan razonable como hacer converger sistemas educativos superiores muy diferentes entre si, para facilitar la movilidad de estudiantes y docentes y dar validez a los títulos universitarios de cualquiera de los países integrados en la Comunidad Europea, y poder ejercer la profesión en otro país diferente de la misma. Siempre manteniendo la diversidad cultural y educativa de los diferentes países. Por lo que no debe nunca confundirse convergencia con uniformidad. Y en esto es donde está fallando el diseño iniciado en nuestro. Diseño en el que aparecen intereses expú reos ajenos a la propia universidad. Que ya hace tiempo dejó de ser la universitas con que nació en la Edad Media. En el sentido de comunidad de estudiantes y docentes preocupados por la formación, la investigación, el estudio y los aprendizajes elevados, no sectarios, no parciales, no partidistas. Algo así como lo que Tagore llamaba Sabiduría Universal (en Bengalí Visva-Bharoti). Para luego actuar en el mundo y en la sociedad con dignidad, en la búsqueda de la mejora de la vida de los ciudadanos en todos los órdenes. Y no sólo en lo económico. El plan EEES (vulgarmente conocido como de Bolonia) es bueno en principio en su teoría, formulada con claridad meridiana. El problema es que fue y va a ser tergiversado, porque va a facilitar la privatización de la universidad pública, la va a mercantilizar dándole un poder indebido a las empresas, a las que no les corresponde el diseño de los planes de estudios. Corremos el peligro de olvidar la formación intelectual superior reflexiva y creadora, que deben adquirir los estudiantes en la universitas. Si la universidad deja de ser lo que debe de ser, un lugar donde, además de formar buenos profesionals en conocimientos y actitudes, se genere y transmita conocimento, se debata y critique, se reflexione y se piense, se investigue y discuta, sobre los muchos problemas que afectan hoy más que nunca a la humanidad, acabaremos luego con la universitas. El plan EEES mejor dicho, su puesta en práctica en España puede darle el último tiro de gracia a nuestra universidad por no aprovechar lo bueno y poner a andar sólo lo negativo.


Por otra parte el gobierno ha cometido el error de no informar claramente del plan a los afectados desde el primer momento. Ello ha llevado a la desconfianza sobre el mismo entre docentes y discentes. Y ahora a marchas forzadas se intenta informar hablando de sus excelencias y no de peligros. En lo que estamos de acuerdo es en el cambio metodológico y didáctico que va a suponer este plan. Profesores y estudiantes tendrán que trabajar mucho más y en principio eso no es malo. Esperamos que dicho plan sea una mudanza positiva para nuestras universidades por bien también de nuestra sociedad occidental, tan necesitada en ética y valores humanos.


(*) Profesor numerario de la Facultad de Educación.



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