Opinión

Candidato, sonría

Claro que no, cómo van a ser todos los políticos iguales. Eso, ni en campaña. Los hay que te lo sueltan todo incluso antes de de llegar, es pasar el umbral de la puerta y una especie de voz en off repica engatillada sin preguntar. “Pero si yo...”. “Es igual, tu...”. Y la verdad es que no lo hacen con mala intención, incluso parecen excelentes personas, digo parecen porque con lo que hemos vivido, todo queda un tanto, en entredicho. 

Te lo cuentan todo, incluso antes de sentarte. Lo más alucinante es cuando apuntalan la escopeta verbal y disparan, y te sorprenden aniquilando potenciales enemigos que en realidad, descubres con asombro, son los suyos propios, y te quedas frio de tanta incontinencia, verbal y estética, pero eso aquí y ahora, es secreto de sumario. 

Engañas más que un político en campaña, me grita aquí el pensamiento. Mentira, no es engaño, es arte de seducción, no de la retórica, que es un arte elevado que requiere curro y oficio, sino de la sonrisa. Me encanta esa sonrisa dispersa, esa mueca de cristal que camina paralela al pensamiento. Incluso aquellos -según cuentan- alejados del sistema, gastan ahora un aire de George Clooney de barrio, con el propósito de cazar votos. Están en su derecho, pero, uno siempre lo ha dicho, o al menos lo piensa un par de veces cada día, la política es cosa bien seria. Y sino rebobinen en su memoria y pásense la película vivida en cada sesión plenaria del Concello de Ourense. Después no digan que no quedan advertidos. 

Aunque hay alcaldes que no les hace falta sonrisas, y si pegaron un cartel fue hace mucho, porque lo suyo viene desde tiempos del emperador Calígula. Sí ya se sabe, la idiosincrasia del gallego, el amarre del voto, pero ahí están. Uno no se imagina sobreactuando en campaña a Senén Pousa, en Beade; Manuel Gallego, en Taboadela; Pilar Otilia, en Ramirás; a Antonio Montero, en Avión, ni con la presión enlistada de un Xavier Vence de vecino virtual. Aún así, sonrían. Gracias.

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