Opinión

En compañía de animales

A  uno, que no es quién para juzgar, lo del Toro de la Vega, ese espectáculo que año tras año levanta titulares por estas fechas, le parece una salvajada. El ser humano siempre ha buscado un divertimento, cuando no en el maltrato a los otros humanos, con los animales más próximos. Los que se llevan la peor parte son evidentemente los toros, estresados hasta la saciedad por mantener ciertas tradiciones y un supuesto carácter histórico.

El Toro de la Vega es la parte más llamativa de unos festejos donde el hombre, más allá de su superioridad, desea imponer el mayor grado de crueldad al asunto, finiquitando in situ con la vida del astado. ¿Pero dónde está el límite al maltrato a la hora de evaluar un festejo de estas características? Entre nosotros hay muchas fiestas más o menos civilizadas -muchas de ellas se han civilizadoque se mantienen con innegables bríos y apoyo popular, a Rapa das Bestas, en A Estrada, a Festa do Boi, en Allariz; otras, como a Chega de Bois en Muíños, donde dos animales se enfrentaban entre sí, fueron suprimidos, también es cierto que por un espectáculo aurino donde se sacrifica al animal. En muchos lugares de Galicia era habitual correr o galo, entre fin de año y re- yes, en donde para divertimento del personal al animal se le acababa decapitando; en A Mezquita esta práctica se ha silenciado. En Laza las hormigas "avinagradas" son parte de los ingredientes que acompañan a la bajada de la Morena. 

Las mayores críticas sobre el maltrato se las llevan las corridas de toros, sin embargo, uno de los festejos más universalmente seguido son los Sanfermines de Pamplona, la máxima expresión del jolgorio con animales de por medio con adeptos de todas los rin- cones planetarios. En muchos lugares el animal tradicionalmente utilizado como divertimento ha sido sustituido por una réplica en goma, uno piensa

en Lekeitio, donde la peña se colgaba del cuello del ganso sostenido en una cuerda sobre el puerto. En Manganases de la Polvorosa, Zamora, localidad famosa por lanzar la cabra desde el campanario, la fiesta desapareció cuando los jóvenes se negaron a lanzar una réplica disecada. La fiesta así no tenía gracia. 

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