Opinión

La democracia era así

Eran las 10.30 cuando nos enteramos que el presidente Mariano Rajoy tenía algo que decir, tres horas mas tarde lo corroboraba el monarca, “He decidido poner fin a mi reinado”, dijo. Ni siquiera en eso ha sido original, hace un año lo hicieron otros, Alberto II en Bélgica y la reina Beatriz en Holanda. Lo más sorprendente, dada su edad y el vivir zozobrante de estos años, no ha sido la abdicación, sino el sigilo en el secreto y que se anunciara una semana después de que el buque del bipartidismo se golpeara contra una realidad rocosa.

Es indudable que el Rey ha sido un embajador de primer nivel; su figura ha estado unidad a la de un país que se recuperaba para la democracia a la par que se modernizaba, aunque la medicina fuera renunciar a echar la vista atrás, hacia donde dice mirar el monarca. “Vuelvo atrás la mirada y siento orgullo y gratitud hacia vosotros”. El Rey siente nostalgia y uno no puede evitar pensar en los ciudadanos que se entregaron -algunos dejándose la piel- con fe a un juego político democrático que ha funcionado hasta que la crisis desveló las entretelas de un escenario no siempre honesto, ni la monarquía un cúmulo de virtudes.

La rapidez para sancionar una ley que permita la abdicación en la figura del Príncipe es legal, contará con respaldo político, pero va a ser cuestionada. Felipe de Borbón se merece una oportunidad, por supuesto. Es joven, está preparado, pregonan en todo momento. También los jóvenes que no encuentran acomodo en su propio país. La transición no ha sido el período que nos han contado. La verdadera transición la tenemos por delante, cuando se busque un lugar a los millones de españoles sin empleo, cuando se restituya el tejido económico y desaparezcan sistemas partidistas que lo único que alimentan es una maquinaria de vanidades y de élites. Los peligros desestabilizadores hoy son territoriales, pero sobre todo económicos. El Príncipe se merece una oportunidad pero igual que los jóvenes formados en este país que les niega el futuro y uno no percibe urgencia en ello. Primero ellos, después, Monarquía o República, pero no sancionada en silencio.

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