Opinión

Europa, la bien pagá

La política es cosa seria, incluso si la llamamos Europa. Más Europa, más cesión de competencias, proclamaban los más euroconvencidos, justo lo contrario de lo que piden muchos de los partidos de la denominada corriente antieuropeista que ahora se presentan y que su propósito es resquebrajarle las costuras al viejo ideario de Robert Schuman en favor de unas políticas que recuperen la acción individual; a estos partidos, muchos de ellos con descaradas reivindicaciones xenófobas, por lo que dicen las encuestas no les va a ir demasiado mal; paradojas del destino.

Europa a nosotros siempre se nos presentó distante, incluso cuando lo que se trataba era de redistribuir pertinentemente sus migajas, y las elecciones, una caja de sorpresas, cuando no un puro desahogo ciudadano ante la distancia que percibe entre sus realidades individuales y la de aquellos eurodiputados que van a mover los hilos de unas políticas, empezando por los emolumentos a percibir.

Es pura demagogia, pero cuando el ciudadano percibe que su horizonte de vida se retuerce, incluso hasta romperse, los privilegiados 54 eurodiputados españoles que nos representarán, recibirán un sueldo “digno” para desarrollar su trabajo, algo por otro lado razonable, labor que seguro repercutirá en beneficio de todos. Un eurodiputado cobrará 8.220 euros mensuales, que tras la retención del 22% que aplica el Parlamento Europeo, se queda en 6.250 euros netos; el presidente del Gobierno cobra 6.250 euros. A esta cantidad se le pueden llegar a sumar otros 9.099 euros más, a modo de complemento, más una dieta de 304 euros día, 4.800 euros mes por cumplir con sus obligaciones de asisitir a actividades del Parlamento y sesiones plenarias. Pero la cosa no queda ahí, a esas cantidades se suman otros 4.299 euros, para cubrir “gastos de alquiler” de oficina y teléfono. Además viajan gratis, en avión, tren o coche. En fin, que un eurodiputado, incluso en tiempos de vacas flacas, puede llegar a recibir casi 18.000 euros al mes. Hay razones importantes para percibir la sensación de que Europa sigue muy lejos, aunque mejore nuestra economía que se las pela.

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