Opinión

Historias de la natura

Todo paisaje es una realidad subjetiva, sublime, cien por cien cultural; a quien le toca bregar con el paisaje físico en su trabajo diario no tiene tiempo de contemplarlo, por ello el paisaje sufre y se deteriora más allá de la realidad del abandono.

En el nuevo proyecto de la ourensana Tamara Feijoo, 1982, para la galería Marisa Marimón, hasta el 25 de julio, el tema de lo natural es la excusa para incidir en una realidad más compleja, la del ser humano y el complicado oficio de vivir. Alrededor de la visión más idealizada, la del jardín, y sus paseos ficcionados, alrededor también de los estudios de la botánica desde un punto de vista científico, construye una obra repleta de finura y delicadeza, según la línea a la que ya nos tiene acostumbrados. “Un paseo ficticio”, una revisión del vanitas contemporáneo a través de delicados dibujos repletos de “cráneos, relojes, frutas” camino de la podredumbre; un reflejo estético de otro tiempo, empezando por el papel empleado, “viejo, roto, amarilleado”; todo en clara consonancia con la finitud de la vida. Sin duda una visión bien romántica.

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