Opinión

El milagro galaico

La actualidad es imprevisible, faltaría más. Cuando nos prometíamos una semana de análisis postelectoral con las elecciones andaluzas sobre la mesa, con la sempiterna cantinela de esas voces acreditadas que analizan todo sobre la marcha, la realidad se pronuncia con estrépito. Ya nadie habla de otra cosa que no sea la hecatombe del Airbus 320 en el fatídico vuelo 4U9525; bueno sí, salvando las distancias, pido perdón por la comparanza, de la desintegración de UPyD, puede que esa sea la mejor manera de minorizar otras sacudidas.

Es lógigo buscar el porqué de las cosas, más si lo que está en juego es la seguridad en la navegación aérea, de cómo una persona sensiblemente trastornada haya podido escabullirse a los análisis psicotécnicos en un negocio donde la seguridad es su razón de ser; de los otros porqués servidor no avanzaría nada. Cada uno tiene sus fijaciones. Como un mantra se quedó incrustada en mi retina aquella promesa del PP gallego cuando se aventuraba el presidente Feijóo a rivalidar su segundo mandato. “Galicia será la primera comunidad en salir de la crisis”, rezan las hemerotecas, y aún hoy, quizás para animarnos el porvenir, uno se lo repite por si cuela, a sabiendas de que las promesas de ese tipo difícilmente se autocumplen como las profecías del maligno. Además las promesas, más las electorales tienen el valor en la vida real de los billetes del Monopoly. Era octubre del 2012, a sabiendas de lo crudo de los tiempos, el PP consolidó la reválida, saneadas las cuentas, contenido el déficit sólo quedaba esperar a que la promesa se cumpliera. Promesas.

Este país, dicen, ya navega, la recuperación nos persigue ahora cual profecía de Nostradamus. Pero esa recuperación, en el año del milagro -2014- cuando menos ha sido desigual. En la cabeza de la recuperación, señalan las estadísticas a la Rioja, Extremadura y Canarias, con tasas por encima del 2%; a la cola de todas, Galicia, un pírrico 0,5%. Promesas electorales.

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