Opinión

Este país necesita más sexo

No es una recomendación, Dios me libre, sí una deducción tras el estreno de las “50 sombras de Grey”, que, por lo visto no satisfizo a nadie, pero sí retrató a un millón de almas necesitadas de amor cálido. 

La Transición era otra cosa. Aznar reivindica el período como el epicentro de un momento político que asentó a España como “gran país”. Lo dijo al presentar el Instituto Atlántido de Gobierno, donde se impartirá un máster en “gobierno, liderazgo y gestión pública”, a 18.000 euros por barba, la experiencia es un grado, aunque sea lo público el destino final de todos los esfuerzos, ¿Para qué la universidad pública?

La transición que inspira a Aznar, ese período previo a la hecatombe a los “procesos autodestructivos” que ahora vislumbra en el horizonte, es la misma de la olvidada santa inocencia de la filmografía del destape, que se presupone que fue meritoria en la construcción de las bases de la modernidad, aunque fuera a base de polvo y caspa. Ninguna de aquellas películas de los Ozores, Esteso y compañía figuran entre los hitos del cine érótico, o del erotismo fílmico en sí, aunque -por lo que se ve- fueron muy beneficiosas en la formación de los prohombres como Aznar que ahora se reivindican. 

El panorama anda movido, muy nervioso, no entre Aznar, quien su autoestima lo situa entre De Gaulle y Churchill, sino en su partido quienes lo ubican siempre como santo sobre peana pero de medio lado, por si las moscas. Si en el PSOE están en período previo a su desintegración por el efecto de la presión atmosférica, al margen del riesgo de canibalización por Podemos, al PP -dicen- que Albert Rivera y Ciudadanos, el mismo que quería enseñar a pescar a los andaluces, está a un tris de hacerles un significativo roto en la venidera encuesta del CIS. A esta eterna sonrisa uno lo recuerda en bolas en la cartelería electoral. A estas alturas, la esperanza única es que no cunda el ejemplo.

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