Opinión

Quién nos ha robado el mes de abril

Gusto de las palabras huecas que se alimentan de ecos, porque igual que las persianas rotas, que no nos dejan ver el sol, resultan inútiles. La vida puede ser un hermoso verso o un misterioso trampantojo.

En una ocasión, tras unificar dos pequeños habitáculos en uno, vi cegar una puerta porque allí remataba la propiedad, sin embargo la puerta de madera, la que había, se quedó para siempre, como queriendo dar normalidad a un gesto absurdo. El sinsentido de la vida puede llegar a ser pura fantasía, depende del marco. Recuerdo un lunes de entroido, en Laza, en uno de esos momentos que preceden a la indescriptible algarabía de la bajada de la Morena, un mozo se colocaba una metálica palangana sobre la cabeza y otro se la aporreaba con un palo, el primero se caía al suelo para luego erguerse, y el otro, de nuevo, le sacudía; el juego era eso, un puro sinsentido.

Quién me ha robado el mes de abril, cantaba Sabina cuando su voz destilaba aromas de nocturnidad y barricada. Nadie buscaba en esas palabras, respuestas más allá de la barra del bar donde nos aferrábamos, posiblemente, porque las respuestas llegaban al amanecer cuando todo era ya pura nebulosa.

Detrás del sinsentido de la vida, al menos el que me interesa, está el juego, el acertijo, el ambiente lúdico que envuelve al poeta, al artista, incluso al mozo enamorado sin saberlo.

Adoro la vida, porque me la llenaron de esperanza; aunque también de miedos. Por un momento, uno se para a pensar en el trampantojo del vivir que nos está quedando, en el simulacro laboral que a todos envuelve, en la maquinaria de detritus que día a día nos tritura la mente; y uno se pregunta, cuando todo esto acabe, porque algún día acabará, a quién se le pide el libro de reclamaciones. En nada llegan unas elecciones, las del Parlamento Europeo, unas elecciones que siempre fueron un muermo, incluso para los implicados. Se nos insistirá en la idea de Europa, de lo importante de sus decisiones para nosotros. El problema es que Europa -más que nuestras vidas- es un trampantojo sin gracia. Y además lo saben.

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