Opinión

De Sánchez a Évole

Y Pedro Sánchez se echó a llorar, no ante Jordi Évole, esa esencia del periodismo patrio, sino tras renunciar a su acta de diputado que lo libera de mancha para presentarse a candidato del PSOE, que es lo que esta sociedad ansiosa de líderes anda buscando. 

De tanto merodear Podemos al PSOE, de tanto coquetear por detrás, con el aliento pegado al cuello -de sabor a caña y aceituna- dicen que el PSOE se ha podemizado, al límite. Puede que no sea más que una fractura, una obsolescencia programada en un partido con más de una centuria de historia. La obsolescencia, un puñado de díscolos que por distintas razones escenificaron un no de rebeldía en un Parlamento más vivo que nunca, al menos en cuanto a improperios y cerrazones más propias de plató televisivo que de una Cámara donde se ha de proyectar el entendimiento y las causas que unen. 

Abstenciones por imperativo, o un no por lealtad a un líder que se empecinó en llevar el no al infinito, como el afamado “Hasta la victoria” que rezan las defenestradas paredes libertarias del socialismo en Cuba; el líder que, emulando al capitán Nemo de Julio Verne, se aferraba a los mandos del Nautilus -PSOE- hasta llevarlo a pique. 

“No, es no” que coreaban irónicos los candidatos de Esquerra, siempre desafiantes hasta con la misma historia que reinterpretan en los mejores momentos. Rajoy no merecía ser presidente de este barco de país que zozobra herido por falta de liderazgos, proyecto y entendimientos, pero es él quien ha ganado las elecciones dos veces, y quién de ampliar ventajas de haber unas terceras. Algo que al estratega Sánchez se las traía al pairo, se lo decía a sí mismo mirándose al espejo. 

El PSOE se ha podemizado y Sánchez lo escenifica en Salvados, y ese adalid del periodismo moderno llamado Évole, horas después de jadear ante las cámaras, dice lo que todos sabíamos, que los poderes fácticos del IBEX querían otro líder. Y quién no.  

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