Opinión

Un Vigo sin vigueses

Vigo sin vigueses, una hipótesis nada imposible: ahora más cerca, con casi el triple de fallecidos que nacimientos en el primer semestre de 2022. A este fenómeno se le suele llamar la tormenta perfecta demográfica. Pero no lo es: las tormentas tienen un inicio y un final, y tras la lluvia sale el sol. Y aquí no.

Las estadísticas señalan que Vigo y la provincia se han colocado en cabeza en cuanto a retroceso en natalidad en términos porcentuales no solo en Galicia, sino en todo el norte de España, lo que nunca antes había ocurrido. En 2021 se batió el récord negativo de nacimientos, superando a 2020, que a su vez había empeorado las cifras de 2019. Y en 2022 se anuncia otra plusmarca, confirmando que no se trata de un fenómeno estacionario, sino una tendencia consolidada y difícil de revertir incluso a largo plazo, como bien saben en el desertizado interior gallego, donde han fracasado todos los intentos. Con el añadido de que los niños nacidos en los hospitales de la ciudad y registrados como vigueses son también por vez primera menos de la mitad del total: el área metropolitana tiene mayor empuje. No es una tormenta, sino un ciclón cuyos efectos durarán años. Hay quien asegura que Vigo va bien, y no lo negaré. Pero sus dos pilares se tambalean, dicen las cifras oficiales: la demografía, en picado, solo sostenida por la llegada de inmigrantes en busca de trabajo; pero con la industria, en problemas, como se puede constatar con los pésimos datos de exportaciones.

La expresión “tormenta perfecta” se popularizó por un film de Wolfgang Petersen, que acaba de fallecer. Vigo le debe una a Petersen, que se hizo famoso con su película “El Submarino”, nominada a seis Oscar, cuyo el momento álgido era cuando el sumergible alemán recalaba en Vigo en plena Guerra Mundial.

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