Opinión

EL BESO DEL CRUCIFIJO

La toma de posesión del nuevo obispo de la ciudad, don Leonardo Lemos Montanet, el próximo día 11 supondrá, además de todo un acto multitudinario, la repetición de un cuidado y bello ceremonial dentro del marco incomparable del Pórtico del Paraíso de la Catedral de San Martiño, en Ourense.


Tras la salida desde Santiago, y después de efectuar la visita a la parroquia de Santa María do Desterro, en Corna, perteneciente a la diócesis de Ourense, y continuando al monasterio de Santa María La Real de Oseira, se inicia la primera parte del proceso de toma de posesión de la actual vacante sede eclesiástica auriense.


Ya por la tarde, en el entorno de los jardines del Padre Feijóo, tendrá lugar la recepción de la dignidad eclesiástica protocolaria por parte del alcalde, Francisco Rodríguez. Tras la salida de la comitiva de la iglesia de Santa Eufemia -con pasillo musical a cargo de la Real Banda de Gaitas de la Deputación de Ourense que, con este sencillo acto quiere mostrar su respeto hacia el nuevo vicario de Cristo en su toma de posesión-, continuará la procesión en dirección a las escaleras de acceso al principal templo de la ciudad para que, en el Pórtico del Paraíso, bajo la atenta mirada de los ancianos músicos que decoran su tímpano, el obispo sea recibido por el cabildo, presidido por su deán, al que acompañarán consultores y abades mitrados. Será en este punto donde volverá a repetirse el ceremonial conocido como 'El beso del Crucifijo'. Pero ¿qué significado tuvo y tiene esta curiosa y piadosa ceremonia que aún en la actualidad se recoge en el reglamento vigente, y cuáles son los elementos intervenientes en la misma?


El apartado titulado 'De episcopi recepcione in sua catechalia ecclesia', concretamente el número 1.142, señala el ceremonial a realizar por el nuevo prelado entrante como señal de aceptación y juramento de los Estatutos de Tradición de la Catedral.


El objeto material litúrgico, la cruz ceremonial, motivo del beso del obispo, se describe como lisa, de perfil recto y rematado con detalles vegetales en ambos brazos. Su centro lo preside la imagen del Redentor representado en el trance de su pasión y muerte. Resulta singular el motivo decorativo principal situado a los pies del crucifijo, consistente en cuatro querubines, al alto relieve, acompañados de diversos elementos de carácter decorativo.


Una bandeja oval, perfectamente adaptada a la base de la cruz, decorada con diversos motivos floreales centrados por un pequeño escudo nobiliario, completa esta verdadera joya de la orfebrería, actualmente expuesta en el Museo Catedralicio y que volverá a ser utilizada en el ceremonial.

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