Opinión

Coronación con una ceremonia histórica

Una vez más, los británicos han vuelto a rodear un evento con plenitud de excelencias. La coronación de Carlos III ha estado impregnada de toda la pompa y boato que caracteriza a la Casa Real del Reino Unido. Mientras todavía se mantenían vivas las imágenes del fallecimiento de la reina Isabel II, igualmente pletóricas de una magnífica imagen de un funeral de Estado, la sucesión de su hijo no iba a estar exenta de una solemne e histórica ceremonia, la primera en setenta años, celebrada en la Abadía de Westminster.

Es obvio que la coronación de Carlos III y de Camila estuvo rodeada de la misma ceremonia que suele caracterizar a la monarquía de la casa real del Reino Unido de Gran Bretaña. Un acto donde la ceremonia de coronación del rey de Inglaterra es un acto tradicional muy solemne e importante pues está a cargo del arzobispo de Canterbury, máxima autoridad eclesiástica de Inglaterra.

Esta tradición medieval está reservada para una especial ocasión, pletórica de simbolismo y con una rica banda sonora y que ha sido lo más llamativo de dicho espectáculo de la coronación, que se desarrolló durante más de dos horas y a la que asistieron más de dos mil invitados, entre decenas de dignatarios internacionales como nuestros reyes, Felipe VI y doña Letizia.

Carlos III ha asumido el reinado en la silla de coronación, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido, tras la unción privada del arzobispo de Canterbury, el rito religioso más solemne que requería que el monarca estuviera temporalmente oculto tras unos paneles. Llegó el momento más esperado cuando el arzobispo depositó sobre la cabeza de Carlos III la corona de san Eduardo y gritó “Dios salve al rey”; una corona que el monarca ha llevado por primera y última vez en su vida. Carlos III de Inglaterra, de 74 años, ha sucedido a su madre, Isabel II, la monarca más longeva.

Por cierto, vaya contraste con la sobria ceremonia de Felipe VI, el 19 de junio de 2014, en un acto solemne ante las Cortes Generales, prestando juramento, pasando revista a los tres ejércitos, paseo por las calles de Madrid y la recepción en el Palacio Real. 

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