Opinión

Debate de formas

Cuando en un debate sobresalen las formas antes que el fondo, a la postre la audiencia se queda con la esencia de aquellas y el contenido queda difuminado, solapado a un segundo plano. Reiteradamente hemos comentado la mala imagen que se da en nuestras cámaras de debate locales, sobre todo la más próxima a nuestra ciudadanía que es el Ayuntamiento -aunque es cierto que en la actual legislatura está en perfil bajo- cuando en las deliberaciones prevalecen los malos modos.

Pues bien, el eufemísticamente bautizado como el “debate final” o si les apetece decisivo, entre el jefe de la oposición y el actual presidente del Gobierno, una vez desarrollado, los comentarios que suscitó giraban en el mismo sentido: bronco, agresivo, tensionado, a veces incluso exabrupto y en el que tampoco faltaron palabras que pueden definirse como insultos: indecente, mezquino, ruin, miserable… Expresiones que vulneran la honorabilidad de sus protagonistas.

Nuestro DRAE define indecente como “no decente, indecoroso”, e “indecoroso” como “que carece de decoro, o lo ofende”. Ruin es “vil, bajo y despreciable” o “persona baja, de malas costumbres y procedimientos”. Mezquino es “pobre, necesitado, falto de lo necesario”, y miserable, “perverso, abyecto, canalla” o “abatido, sin valor ni fuerza”.

Obviamente, en el fragor de cualquier discusión es fácil dar rienda suelta a la lengua y propiciar palabras malsonantes que agravian al contrincante. Pero un buen orador sabe dominarse y utilizar la expresión adecuada a cada momento. La mecánica de un debate implica controversia donde cada uno ha de respetar la intervención del otro y, cuando se produzcan réplicas, éstas han de hacerse dentro de un comportamiento correcto y evitando las constantes interrupciones, pues ello implica una falta de respeto hacia el oponente.

Así pues, es una lástima que la audiencia se quede con lo anecdótico de la crispación antes que los mensajes de sus intervenciones. Un debate no puede convertirse en un foro con tintes de feria. Decía el filósofo frigio Epícteto: “Ante todo, piensa antes de hablar para asegurarte de que hablas con buena intención. Irse de la lengua es una falta de respeto hacia los demás. Descubrirte a la ligera es una falta de respeto a ti mismo”.

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