Opinión

Descortesía institucional

 

Por cortesía institucional se entiende, en términos protocolarios y lo mismo que en la vida social, un acto de demostración de atención y respeto hacia otra persona. Y si extrapolamos el concepto al ámbito político, entonces ya hay que terciar con la cortesía diplomática. Esto quiere decir que dentro de un marco institucional, al margen de discrepancias ideológicas entre quienes conforman el entramado de representación pública, siempre debe y tienen que prevalecer las buenas formas como fórmula de cortesía.

Nuestro comentario de hoy está relacionado con dos recientes acciones públicas donde se ha constatado una muestra no de cortesía, sino de cortesía institucional, que incluso en un caso supuso una vulneración de la praxis protocolaria. Uno aconteció en Barcelona y otro en Madrid. Uno en un recinto ferial y otro en el Palacio del Congreso de los Diputados.

El primero de ellos tuvo lugar con motivo de la GSMA Mobile World Congress 2019 que inauguró Felipe VI. Pues bien, tal como se difundió en medios de comunicación, el presidente de la Generalitat -cuando está y se le espera-, Joaquín Torra (Quim para correligionarios y afines a la causa), evitó aparecer en la llamada “foto de familia oficial”, argumentando que “esa foto no estaba prevista”. Y también obvió el movimiento protocolario de saludar al monarca a su llegada a la feria, y que habitualmente es recibido por el titular del Gobierno autonómico y la alcaldesa, que asimismo estaba ausente -similar a lo que pasó en el saludo a su llegada la noche anterior a la cena oficial del evento-. Digamos que limitaron su presencia a aquellos momentos donde entendían que tenían que estar como, por cierto, fue en esa misma cena, donde compartieron mesa con el soberano.

Y el segundo fue más sonado. Bueno, mejor dicho, menos sonado, porque si algo se echó en falta han sido precisamente aplausos. Nos referimos a la visita de Estado del presidente de Perú, quien en su discurso en el Congreso de los Diputados, con todos los honores como tal jefe de Estado, cuando se refirió a la situación que estaba atravesando Venezuela y apeló al apoyo para derrocar a su actual mandatario, sólo prorrumpieron en aplausos las bancadas del PP y Ciudadanos, y todos los demás diputados permanecieron estoicos. Pero lo que más llamó la atención fue que el grupo socialista, con todo su gobierno con Pedro Sánchez a la cabeza, no hubieran secundado esas ovaciones, y eso a pesar de que a algún ministro parece que se le escapó el amago de juntar las manos, pero se quedó en eso, en un amago.

Sin entrar en disquisiciones ideológicas, esta actitud del Ejecutivo ha sido una descortesía, cuando además hace días que había respaldado la figura de Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela. La imagen resultó estridente. Un poco de cortesía no hubiese roído los cimientos seudopopulistas que a veces parece esgrimir este Gobierno.

Te puede interesar