Opinión

Espectáculo en el Paraíso

Hace unos días, los reyes habían presidido la apertura de la temporada de ópera en el Teatro Real para presenciar “Un baile de máscaras”, de Verdi, y por cierto, muy apropiado para los momentos actuales donde la población ha incluido la mascarilla como un complemento más de su atuendo cotidiano. Fue una gala inaugural, como suele decirse, con elegancia y glamour. Esa representación se desarrolló con normalidad -sea ésta nueva o no- y los aplausos se repartieron tanto para los monarcas como para los protagonistas y músicos de la ópera. Sin embargo, la siguiente sesión ya no fue lo mismo y al final tuvo que ser suspendida a los pocos minutos de su comienzo. Es la primera vez que sucede.

Como conocen, la causa fue debido a las protestas de un sector del público -en la zona Paraíso fundamentalmente- que mostró sonoramente su disconformidad por la recolocación de abonados y el hacinamiento de los espectadores, entendiendo que no se respetaba la distancia de seguridad y se había superado el aforo permitido. El clima se convirtió en caótico debido a las quejas entre gritos y silbidos. Confusión en unos espectadores e indignación en otros, también en una zona del patio de butacas. El espectáculo en este caso lo ofrecía el público ante el asombro de los auténticos protagonistas de la ópera y la desesperación del director de la orquesta, quien en el segundo intento optó con dar por concluida la representación -la auténtica, claro- y colgar la batuta a los pocos minutos de interpretar la obertura.

Por su parte, la dirección del Teatro Real, que abrió una investigación por este incidente, aseguraba que se cumplieron todas las normas vigentes exigidas por las restricciones covid, confirmando que ocuparon el 50 por ciento del aforo y que se adoptarán las medidas necesarias para que las sucesivas funciones se desarrollen con normalidad.
Al margen de estos hechos, inéditos en este singular espacio, es evidente que la pandemia sanitaria está derivando en una pandemia social, puesto que toda la sociedad tiene que cumplir con las normas dictadas como una medida profiláctica contra aquella y si queremos compartir escenarios sociales con otros convecinos. Y es que son ya varias veces que los medios recogen incidentes entre ciudadanos por el uso (o no uso) de la mascarilla. En este caso, la conciencia de unos supera la negligencia de otros.

Quién iba a decir que el Teatro Real, inaugurado en 1850, se convertiría en epicentro de la noticia no por sus representaciones, sino por la actuación del público, aunque, como en este caso, haya sido una pequeña parte del mismo. Cómo cambian los tiempos.

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