Opinión

Mimetismo social

El confinamiento a que nos ha obligado la pandemia del COVID-19 está conllevando nuevas actitudes sociales. Hemos descubierto que la convivencia va más allá de compartir espacios urbanos fuera de tu propia casa. Ahora mismo, el hogar es el punto de referencia para nuestras relaciones personales y que obviamente no son sociales. 

Sin embargo, podemos practicar las relaciones sociales con nuestros convecinos del entorno inmediato. Con esos mismos con los que hasta ahora nuestro único contacto se limitaba exclusivamente a las conversaciones “de ascensor”, ya saben, lo de cómo está el tiempo. Eso sí, cualquier relación siempre manteniendo las distancias recomendadas por eso de eludir cualquier riesgo de contagio. Aquí se mezclan las medidas preventivas determinadas por las autoridades sanitarias y la propia cautela personal de cada uno. Todo esto nos induce a actuar por mimetismo social, en acciones solidarias hacia los demás con el afán de compartir un nuevo espacio.

Y así, la sociedad ha descubierto una nueva forma de comunicación, quizás con reminiscencias tribales, como son las citas y convocatorias diarias y que se hacen a través de redes sociales y que nos emplazan a una comparecencia pública en nuestras ventanas y balcones con el propósito de tributar cálidos homenajes populares, expresados por medio de vítores y aplausos, a aquellos colectivos que ahora mismo están en lo que se llama eufemísticamente “primera línea” de esta alerta sanitaria, y en especial el directamente relacionado con los profesionales de la sanidad o de la salud y por supuesto sin obviar a otros como las fuerzas de seguridad o aquellos que día a día están atendiendo aquellos ámbitos que son necesarios para nuestra supervivencia: supermercados, tiendas de alimentación y de higiene, farmacias, limpieza y saneamiento, correos y mensajerías, transportistas, medios de comunicación… Y muchos más que a veces quedan solapados o sumergidos en el anonimato social.

El propio papa Francisco, en una reciente alocución, se ha referido precisamente a la situación que afecta a las unidades familiares confinadas en sus hogares y lo hizo recomendando redescubrir y valorar los gestos cotidianos durante el tiempo que permanecerán juntos. “Debemos redescubrir lo concreto de las pequeñas cosas, de los pequeños cuidados que hay que tener hacia nuestros allegados, la familia, los amigos. Comprender que en las pequeñas cosas está nuestro tesoro. Hay gestos mínimos, que a veces se pierden en el anonimato de la vida cotidiana, gestos de ternura, de afecto”. Y añadió que estos gestos familiares de atención a los detalles de cada día “hacen que la vida tenga sentido y que haya comunión y comunicación entre nosotros”.

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