Opinión

No perder la costumbre

Ahora que ha terminado el periplo navideño; ahora que llegó el momento de recoger todos los adornos que hemos colocado en nuestras casas para celebrar estas recientes fiestas tan entrañables y sobretodo, tan propicias para vivirlas en familia y con todos los seres queridos de nuestro entorno, si hay algo que no conviene recoger y guardar en el baúl para la próxima efemérides no es otra cosa que el sano hábito que posiblemente tanto se ha prodigado en estos días, como es saludar a nuestros convecinos y desearles, como suele hacerse, unas felices fiestas.

¿Por qué hay que ser afables y animosos sólo durante estas fiestas navideñas? ¿Por que no vamos a seguir practicando el siempre sano ejercicio del saludo y los buenos deseos a nuestros congéneres durante todo el resto del año, en lugar de circunscribirlo exclusivamente a un determinado periodo, donde el que más y el que menos procura prodigar una bonhomía con los demás?

En otro comentario nos hemos referido a la importancia que tiene en la sociedad moderna el practicar los usos sociales con quienes nos rodean y que se ciñen a mantener unas gratas relaciones en donde entran los buenos modales y la cortesía, que empiezan por algo tan elemental y básico como es el saludo.

Recapitulemos y echemos la vista hacia atrás. Procuremos recordar a cuantas personas hemos saludado y deseado unas felices fiestas, esbozando una amplia sonrisa en la comisura de los labios. Y ahora comprobemos como saludaremos a esas mismas personas durante lo que queda de año cuando volvamos a toparnos con ellas. Educadamente, será un escueto saludo, posiblemente muchas veces ni siquiera acompañado de una sonrisa. Aquella amena afabilidad se convierte en un mecánico gesto de cortesía.

Te puede interesar