Opinión

Nobleza embajadora

Yahora los embajadores. La verdad es que este Gobierno no deja a nadie contento. La última ha sido la Asociación de Diplomáticos, que se ha mostrado disconforme con el nombramiento de los nuevos embajadores ante la ONU y la Unesco, en concreto Héctor Gómez -exministro de Industria, Comercio y Turismo- que ha sido nombrado para representar a España ante la ONU, y Miquel Iceta -hasta ahora ministro de Cultura-, quien asumirá la representación ante la Unesco.

En un comunicado reconocen “la competencia y discrecionalidad del Gobierno en materia de nombramiento de titulares de embajadas”, si bien se muestran contrarios al de “políticos que no pertenecen al cuerpo de funcionarios de la carrera diplomática para ostentar dichos cargos”.

La ADE, asociación que representa a cerca del 70% del total de miembros de la carrera diplomática española, entiende “inquietante” que tales nombramientos coincidan con las jefaturas de misión ante la ONU y la Unesco, que son “dos puestos especialmente técnicos y sensibles”, y añaden que “tradicionalmente acceden diplomáticos de contrastada valía profesional en el ámbito de las relaciones internacionales” y más aún “en el complejo mundo de la diplomacia multilateral, por lo que no deberían estar al frente “personas que carecen de la formación y experiencia profesional” necesarios “en el trabajo diplomático”. “Los funcionarios diplomáticos -continua la ADE- tienen la formación técnica, la experiencia acumulada y la competencia profesional necesaria para tratar estos asuntos y para desempeñar las jefaturas de Misión Diplomática con total eficacia y con la plena lealtad al Gobierno de turno en defensa de los intereses de España y de nuestros conciudadanos”.

El caso es que a pesar de la disconformidad, los nombramientos están realizados por parte del presidente del Gobierno como premio a sus “méritos” anteriores. Y nada más. Otra muestra de la bonhomía de este Ejecutivo (entendiendo como bonhomía la “bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento”).

Qué tiempos aquellos en que en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 se consolidó el sistema como “el conjunto de la legislación internacional vigente en la actualidad”. Según la misma, los embajadores “son diplomáticos del más alto rango, que representan formalmente a su jefe de Estado, con poderes plenipotenciarios”, es decir, con plena autoridad para representar al Gobierno.

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