Opinión

Normas de convivencia

Uno de los principios básicos de una buena educación es saber estar en sociedad, o lo que es lo mismo, que esas pautas esenciales que se reciben nos sirvan para desenvolvernos es la escena social, o lo que es lo mismo, que sepamos convivir con los demás.

Una convivencia que empieza en el seno familiar, que después hay que poner en práctica en la etapa escolar y luego ejercitarla en el marco social donde ya nos relacionamos en un ámbito más maduro, donde el adulto pone de manifiesto su nivel de educación. Una educación que ha recibido mientras se fue formando como persona.

Escribía J.J. Rousseau en “Emilio”, que “el hombre prudente sabe permanecer en su lugar”. Y es que la prudencia es una virtud que nos permitirá saber cómo comportarnos en cada momento. Ser una persona prudente es al mismo tiempo ser una persona educada, que sabe qué hacer en cada instante y lugar. La prudencia evita muchas veces que hagamos el ridículo.

Por eso tiene tanta importancia el educar adecuadamente a nuestros hijos, pero ya desde una edad muy temprana, pues esos primeros conocimientos los tiene que adquirir en la familia, y son los padres quienes tienen la gran responsabilidad de dar esa educación que les ayudará con el tiempo a ser unas personas que se comportarán correctamente cuando compartan su espacio con los demás.

Platón escribió en “La República o el Estado” que es primordial la educación de la infancia y de la juventud, si queremos que nuestros ciudadanos sean bien educados y actúen en regla. Los autores clásicos nos han aportado un inapreciable legado de sabiduría en este sentido, pues ellos daban prioridad a la virtud y a las buenas costumbres para formar modélicos ciudadanos.

Te puede interesar