Opinión

Rebelión en las aulas

Sidney Poitier, interpretando a un profesor en una escuela de la periferia de Londres, se enfrenta a unos alumnos insolentes y groseros pero que, en el fondo, no tienen malos sentimientos. Al principio intenta ganarse su confianza utilizando los métodos tradicionales, pero fracasa estrepitosamente y tiene que recurrir a otras fórmulas. Este argumento corresponde a la película “Rebelión en las aulas” (1967), un filme en el que quedan de manifiesto las dificultades de un profesional de la enseñanza para inculcar su doctrina pedagógica.

Pues bien, a pesar del tiempo transcurrido desde entonces, hoy en día el clima en muchas aulas todavía tiene su vertiente problemática. 
Obviamente no tan exacerbado como se refleja en aquella película, pero sí es cierto que impartir clases requiere tacto, sentido común… y mucha disciplina.

En otro artículo nos habíamos hecho eco del proyecto de decreto de la Xunta de desarrollo de la ley 4/2011, de convivencia y participación de la comunidad educativa, y uno de cuyos objetivos es “contribuir a un buen clima de aula y de centro”. Como se ha informado, el Consello de la Xunta aprobó de forma definitiva dicho decreto que, entre otras cuestiones, prohibirá a los alumnos usar teléfonos móviles y dispositivos electrónicos en período lectivo. En palabras de Alberto Núñez, esta norma convierte a Galicia "en la primera comunidad de España que regula el 'ciberbullying' con un protocolo de prevención, que edita una guía de tratamiento del acoso y el ciberacoso" (tema este del que igualmente hablamos en otro comentario).

El texto apuesta por la mediación y la recuperación del alumnado “que sufra o provoque algún problema de convivencia en las aulas”. El decreto autonómico también establece la organización de escuelas de padres que podrán proponer iniciativas que tiendan a prohibir conflictos, a mejorar la convivencia o a fomentar el respeto mutuo y la tolerancia en el centro educativo.

Lo dicho tantas veces. Mal anda la cosa si para observar comportamientos correctos es necesario regularlos por disposiciones oficiales (más o menos como sucede con la actuación de la clase política con tanta proliferación de códigos éticos).

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