Opinión

Se agradecen sonrisas

Hace unos días se publicaba en este periódico una singular esquela. Decimos singular porque en su redacción se incluía un párrafo que, ciertamente, no es habitual en este tipo de avisos: “Odiaba los funerales -el suyo no iba a ser menos-, por lo tanto se agradecen las sonrisas, las anécdotas, el cariño y el buen humor con el que ella se habría tomado todo esto".

El propósito de sus familiares fue que, al margen del dolor que implica la despedida de alguien que ha fallecido, se aprovechara el funeral para recordar a esa persona y todas las vivencias que habían tenido la oportunidad de compartir con ella, teniendo en cuenta, como dejaron constancia en la propia esquela, su aversión a este tipo de luctuosas celebraciones y el buen humor que rezumaba.

Está claro que cuando se asiste a este tipo de ceremonias, existen unas fórmulas de cortesía social que obligan a estar en todo momento en actitud de respeto en el espacio donde se celebran y de expresar la condolencia a los familiares directos. Obviamente, sonreír no es precisamente la recomendación más adecuada. Se trata de compartir dolor. Se manifiesta mediante un saludo afectuoso y sentido y, si está el cuerpo presente de la persona fallecida, pues procede presentarle un respeto, cada cual según sus costumbres.

Evidentemente, cuando en la esquela se notifica que no se recibe duelo, se entiende que se restringen las visitas al tanatorio o al domicilio, no obstante, la práctica cotidiana nos demuestra que a pesar de tal advertencia, se siguen produciendo aquellas para expresar las muestras de condolencia. Y no siempre por parte de los amigos más próximos o íntimos, sino también otras más “sociales”. Siempre hay que respetar los deseos de la familia en este tipo de ceremonias.

Y lo mismo en cuanto a la indumentaria, pues la recomendación es acudir decorosamente vestido, nos referimos a que hay que evitar colores vivos en la ropa o ir como quien va a la playa o a tomar unos vinos. Y en el hombre que viste corbata, no siendo familiar de la persona fallecida, debe llevarla en tonos oscuros, no necesariamente negros que es un color de luto que se reserva para los deudos.

Otras fórmulas de expresión de condolencia son dejar testimonio en el libro de firmas que se suele situar en el espacio mortuorio y el envío de tarjetas de luto, si bien esta costumbre está en desuso, pero no por ello erradicada.

Y por eso, volviendo al principio, cuando en una esquela se dice que se agradecen sonrisas como un último homenaje al finado, es una forma también de respetar sus deseos. Atípica, pero asumible.

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