Opinión

TENTACIONES

Superada, o al menos eso espero, la tentación inicial de hablar de los paros en la enseñanza pública, el copago sanitario o la ley del patrimonio; lejos la idea de escribir de la boda de la duquesa, la ley de 'pantalones caídos' del condado de Albany o en clave local del parque de Montealegre y los cinco años de obra en el complejo de Oira. Dominado también -o eso creo- el impulso de tender puente de plata al que se bate en retirada aun a pesar de que tal retiro sea dorado, bien pagado y suficientemente espacioso. Al menos en parte liberado del propósito de escribir de fútbol, del 'dije, digo, repito y matizo' de Pep Guardiola sobre Laporta, y de la justificación posterior ante el presidente que le paga y al que se debe, y descartada también la opción de hacerlo de las envidias que provocan Cristiano y Mourinho, muchas aunque no necesariamente por este orden, y en ambos casos por 'guapos, ricos y excelentes profesionales'.

Salvado entonces ese reprimido deseo de hablar de pelotas y en un tris de hacerlo de despedidas y 'envenenadas' herencias, llegado a estas alturas a uno le asalta el impulso -no lo niego- de hablar de crisis, que es tema que siempre viste, harto recurrente y a poco que digas, aun sin apenas decir nada, capaz de disfrazar cualquier artículo de solemnidad, peso y necesario aplomo. Atrás pues todos esos iniciales y básicos instintos, y reconociendo además que política, sexo o fútbol no son mi fuerte y no es plan ponerse aquí a escribir de determinadas cosas, permitirán me detenga aun sin hablar demasiado en las imágenes que ayer mismo ofrecía este periódico en su portada primero y en las páginas 10 y 11 después, un desolador paisaje urbano ante el que poco más se puede decir que la crudeza recogida, la suciedad acumulada y la sensación de absoluta e impúdica desprotección pública

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