Opinión

Geopolítica en 2023

El presente geopolítico no es bonito y el futuro aún tiene peor pinta. Terminamos el año constatando que la guerra de Ucrania sólo es la primera escaramuza del conflicto entre el mundo algo libre, de raíz occidental, y el mundo nada libre de nuestros enemigos. La siguiente batalla puede ser Taiwán, y su presidenta Tsai Ing-wen ya ha alertado del acoso de más de cuarenta buques de guerra de la China comunista, esa cárcel suprema que enjaula a la sexta parte de la humanidad. Taiwán ha tenido que alargar el servicio militar. La invasión, o al menos algún tipo de ataque, podría ser inminente. Al parecer, el generalato se resiste porque teme meterse en una trampa de difícil salida, como Putin, pero la facción más ortodoxa del partido único, con el propio Xi Yin-pin al frente, estaría decidida a tomar, aplastar, disolver y digerir la China libre. No lo haría por la ganancia material, ni por motivos ideológicos, sino por el fortalecimiento que esa operación depararía a la línea dura del PCCh en una sociedad china sometida ya al grado de dominación estatal más enfermizo y distópico de la historia humana.

Un poco más arriba en el mapa, otro de los grandes enemigos del mundo liberal moderno es Corea del Norte, y el armisticio que ha durado casi tres cuartos de siglo podría estar casi desahuciado. El régimen delirante de los hermanos Kim (el tirano de la obsesidad mórbida y la hermana psicópata de expresión sanguinaria) está incursionando con drones en la Corea libre, mientras suministra armamento a Putin para que intensifique su exterminio de Ucrania. El Calígula del Kremlin, por su parte, siempre había capturado y entregando a Pyongyang a los pocos disidentes que escapaban por la frontera rusa, para que su aliado asiático pudiera asesinarlos a placer. Son tal para cual. Seúl ya ha tenido que contraatacar enviando sus propios drones al Norte de la línea de demarcación. Ambos países han ordenado derribar los que lleguen del otro lado del famoso paralelo de 38 grados Norte, pero los analistas temen que entre tanta aeronave automática vaya también alguna tripulada, o que algún dron caiga en un lugar habitado abriendo una nueva fase del conflicto intercoreano. Décadas de conversaciones hexapartitas y de encuentros en las casitas azules de Panmunjom, para esto.

No muy lejos de nosotros, la heroica Ucrania sigue resistiendo la salvaje agresión de los orcos del Señor de los Anillos, de los dementores de Harry Potter, de los borg de Star Trek, del imperio de Star Wars, del mal en estado puro que es esta Rusia cínica y criminal. Slava Ukraini, siempre. Pero muy cerca, a dos pasos de aquí, Moscú vuelve a agitar los Balcanes a través de su dócil hermana menor Serbia. Durante la guerra de Ucrania, Belgrado ha adquirido sigilosamente material bélico chino en cantidades muy superiores a las necesidades de sus fuerzas armadas y sin dar explicaciones a sus vecinos. Entre éstos hay varios miembros de la Unión Europea y de la OTAN. Serbia mantiene vivo, e incrementa ahora, el conflicto entre las dos entidades constitutivas de la vecina federación bosnia. Su permanente amenaza es la de ayudar a la República Srpska a una secesión violenta para luego anexionársela al más puro estilo ruso, o mantenerla como un protectorado. Esto destruiría la actual Bosnia, y el resto de su territorio seguramente se fraccionaría entre las comunidades croata (católica) y bosniaca (musulmana). 

Algunos siempre sostuvimos, cuando la guerra de los Balcanes, que no tenía sentido forzar a esas dos comunidades a convivir juntas y además con la serbia, las tres en un mismo Estado. El tiempo parece darnos la razón: habría sido mejor tener desde el principio tres Estados más pequeños y más viables. Pero esto no resta culpabilidad a una Serbia que sigue presa del trasnochado nacionalismo rusófilo y ortodoxo. Gobierne en Belgrado la izquierda o la derecha, siempre parece gobernar el fantasma de Milosevic. El siguiente escenario de conflicto también puede ser Mitrovica, en el Norte de Kosovo, donde Serbia está alentando esta semana los piquetes de coches serbokosovares que buscan lío. Es difícil saber cuánto podrá el gobierno de Prístina sujetar a la mayoría albanokosovar para que no caiga en las provocaciones.

Estos son sólo cuatro ejemplos de que la salvajada contra Ucrania no es un hecho aislado. Se inscribe en todo un conflicto global que no podemos permitirnos el lujo de perder. Si lo hacemos, despidámonos del mundo moderno de raíz liberal, que con todas sus carencias y errores es hasta ahora el cénit civilizatorio, infinitamente superior a cualquier otro marco de gobernanza política y económica actual o pasado. Si caemos en una “pax rusa” (o china, o mixta) desandaremos el camino iniciado con la Ilustración y seremos siervos del más atroz colectivismo bajo el imperio de unos Estados “iliberales” donde el individuo humano valdrá cero. Al tomar las uvas, deseemos que 2023 nos traiga la implosión de las tiranías y el avance de la libertad en todo el mundo. Parafraseando el himno británico, pidamos al destino que confunda a nuestros enemigos. 

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