Opinión

Tras los pasos de Fernández-Lasquetty

El martes se presentó en Madrid la sexta edición del Índice Autonómico de Competitividad Fiscal (IACF), una foto fija anual que muestra la situación tributaria de cada comunidad autónoma (o provincia, en el caso vasco) respecto a las demás. El consejero madrileño de Economía, Hacienda y Empleo, Javier Fernández-Lasquetty, acudió al acto organizado por las entidades co-editoras del informe, la Fundación para el Avance de la Libertad y la estadounidense Tax Foundation. En su intervención, tras recoger la placa conmemorativa del primer puesto en competitividad fiscal, que Madrid ha logrado por tercer año consecutivo, dio la bienvenida a la fuerte competencia entre regiones que se ha desatado desde hace unas semanas. El federalismo fiscal es una poderosa herramienta para mantener a raya la voracidad tributaria.

Fernández-Lasquetty fue uno de los mentores de una jovencísima Isabel Díaz Ayuso, y en los cenáculos madrileños se le considera como el motor discreto pero efectivo del gobierno que encabeza la mediática presidenta. Quienes tenemos la fortuna de conocerle personalmente sabemos que es un apasionado de la libertad en todas sus vertientes, y desde luego en materia de economía. Tanto en privado como al pronunciar discursos como el del martes, recurre con frecuencia a las grandes figuras del pensamiento pro-libertad, desde Frédéric Bastiat hasta Friedrich von Hayek. Son autores que recita de memoria y conoce con la profundidad de un político diferente, con un pie en el mundo de las ideas y del pensamiento. Esa otra dimensión le condujo hace años a hacer un largo paréntesis para codirigir ese milagro guatemalteco que es la Universidad Francisco Marroquín, la mayor y más influyente universidad liberal del mundo hispanohablante. Ya lo había sido todo en la política madrileña, llegando a consejero de su gobierno autonómico, y no dudó en cruzar el Atlántico para emprender aquella aventura, contribuyendo decisivamente al desarrollo de esa gran casa de estudios, la primera universidad latinoamericana que incluso ha obtenido la dificilísima licencia para operar en España, con un campus que lleva ya unos años en funcionamiento. Concluida su etapa latinoamericana, Fernández-Lasquetty regresó a España cuando su partido, el PP, se desprendió de la era Rajoy, y pronto se sumó de nuevo al gobierno regional pero esta vez al frente del área económica. Y desde esa función, contra viento y marea, con un gobierno central abiertamente hostil, ha llevado a la Comunidad de Madrid a un nivel inédito de excelencia económica. Contra lo que dicen sus detractores, Madrid no es, ni mucho menos, un paraíso fiscal. Se pagan impuestos, y muy elevados. El IACF de este año incorpora una comparativa de las comunidades españolas con los países europeos, y resulta devastadora. Todas nuestras comunidades están, en general, entre los últimos territorios de Europa en materia de competitividad fiscal. Madrid despunta sobre el resto de España, pero apenas levanta cabeza cuando se la compara con el resto del Viejo Continente. Es, por lo tanto, largo el recorrido que aún le queda por hacer a Javier Fernández-Lasquetty, y sus homólogos de las demás comunidades, incluso si son de otros partidos, deberían esforzarse por comprender, sin apriorismos ni clichés ideológicos, lo que él está haciendo, lo que está logrando y cómo se inscribe en el contexto europeo, y seguir su estela. Así la ha hecho Andalucía, que en septiembre eliminó el nefasto impuesto sobre el Patrimonio, un impuesto que ya casi no existe en ningún país pero que Sánchez pretende ahora forzar con otro nombre, pisoteando el Título VIII de nuestra Constitución. 

Cada día parece más claro que tras las elecciones generales habrá un cambio de gobierno, y que Alberto Núñez Feijóo será presidente. Ojalá sin Vox, es muy importante que sea sin Vox. Es crucial. Vox es un partido de derecha radical en lo moral, cultural y territorial, pero es equiparable a la izquierda, y no precisamente a la moderada, en materia de economía. Es un partido proteccionista, obrerista, con sindicato propio, recentralizador también de la fiscalidad, impulsor del nacionalismo económico e industrial. Es puro falangismo económico. Si Vox alcanza a ejercer influencia económica sobre un Feijóo presidente, el resultado será desastroso. Es fundamental que personajes claves de la nueva política económica del Partido Popular, como Javier Fernández-Lasquetty y el andaluz Juan Bravo, artífice como consejero de Hacienda del impresionante despegue de su comunidad, y hoy vicesecretario de Economía de Feijóo, sean quienes gestionen la política económica de un gobierno del PP. Ellos, y no los representantes del viejo PP, émulos del ministro Cristóbal Montoro de nefasto recuerdo, son quienes pueden copiar a Estonia, el país más competitivo fiscalmente de la OCDE y uno de los más prósperos de todo el mundo desarrollado, y sacar así a España del infierno fiscal. Es hora de reconocer el acierto de Bravo y de Fernández-Lasquetty, y es hora de que su partido y su país sigan por fin sus pasos.

Te puede interesar