Opinión

Visca Andorra

La situación económica y fiscal de España se puede resumir en dos palabras: "visca Andorra". La fuga de youtubers no es principalmente una fuga de capitales, sino una fuga de cerebros. Se va la gente creativa más adaptada a los nuevos medios y teconologías, la gente cuya ubicación geográfica es, sencillamente, cualquiera. Se va harta de las trabas, de las restricciones, de la vigilancia, del clima social de persecución y criminalización al exitoso, y, sí, de los impuestos. De unos impuestos abusivos, desproporcionados, ingentes. El Rubius ha pagado a la Hacienda española lo que miles de podemitas durante muchos años. Del producto de su intelecto o de su habilidad han vivido miles de perroflautas improductivos, con la mano tendida hacia el Dios-Estado, aunque temblorosa en ocasiones por el síndrome de abstinencia. 

A esa gente creativa, la genial novelista y pensadora rusoamericana Ayn Rand la llamaba "the people of the mind". Y en efecto, esa "gente de la mente" es la que crea, es la que hace un país. Estas personas son las primeras, claro está, en lucrarse legítimamente por su éxito, pero éste se desborda y beneficia tangencialmente al resto de la población, alcanzando también a los que no aportan tanta mente sino solamente brazos. Se desborda menos si el Estado aparece en la ecuación, mete el cazo y se lleva la mitad o más. En el caso de los grandes youtubers, más. Mucho más. Tengamos en cuenta que el ciudadano medio, no el rico sino el medio, ya trabaja la mitad de su jornada para costear el Estado. Se calcula que el "día de liberación fiscal" del español común cae a finales de junio. ¿Cuándo cae para los Rubius de nuestra piel de toro? Seguramente allá por octubre o más. Es un auténtico atropello, y lo sorprendente es que la fuga de emprendedores de éxito no sea aún más masiva. Recordemos que, con o sin Brexit, Londres está abarrotado de franceses que han trasladado a la capital británica su pequeño negocio, sobre todo de intermediación o consultoría. Y el diferencial fiscal francobritánico no es para tanto, en comparación con el hispanoandorrano.

Hace unos días, vi un anuncio en una de las cadenas de televisión estadounidenses. La campaña era de Dubai, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Este país acaba de dulcificar su legislación para hacerla un poco menos rigorista en cuanto las exigencias morales derivadas del islam, por ejemplo en materia de alcohol y de derechos de las mujeres. Aún le queda mucho camino por recorrer, pero ya es desde hace años un "hub" empresarial atestado de occidentales que se han ido allí para poder emprender sin expolio. La publicidad de Dubai decía algo así como "si puedes trabajar desde cualquier sitio, escógenos". Andorra no ha necesitado hacer campañas de esta naturaleza. La gente ya sabe que el país de los Pirineos es un entorno de negocios algo más benigno que nuestro infierno fiscal. Y eso que Andorra ya no es, ni de lejos, lo que era. Primero llegaron al poder los socialdemócratas de Bartumeu y comenzaron a destruir la obra del "cap de govern" (primer ministro) liberal Marc Forné. Luego apareció Rajoy, primer presidente español en visitar el Principado, y ¿a quién se llevó como séquito de la visita? A Montoro. Todo un gesto. Y sí, Andorra ahora informa de lo lindo a España (¡cuidado, youtubers, mucho ojo!).

La moda andorrana no es un síntoma de insolidaridad sino de hartazgo más que justificado. Pero lo es también de otros males más profundos. Uno de ellos es la nefasta manía de "armonizar" la fiscalidad, siempre al alza, dentro de España y dentro de la UE, provocando que, al final, la gente tenga que refugiarse en países extracomunitarios. Otro de esos males es la ofensiva de los Estados convencionales contra la nueva economía. Como se basa en intangibles, es extremadamente difícil de aprehender, de fiscalizar y de esquilmar. Pues bravo por ella. Animo a todos a investigar sobre la llamada lógica de las cinco banderas (ahora algunos la amplían a siete). Hay mucha información en Internet. En resumen, se trata de utilizar a la carta las jurisdicciones estatales más oportunas para cada cosa: una para la residencia, otra para la personalidad jurídica del negocio, otra para situar el beneficio a efectos fiscales, otra para la operativa bancaria más garantista respecto a la privacidad financiera, etcétera. Nadie le debe nada a su país, es su país quien debe portarse bien para retener su talento. Y si no lo hace, hay múltiples opciones en este mundo maravillosamente global y cosmopolita.

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