Opinión

Movimiento de filosofía binaria

Todas las cosas complejas a las que nos enfrentamos en la vida se resuelven mediante decisiones. En términos informáticos solo hay dos opciones: cero y uno. Si no es cero, es uno y viceversa. Las decisiones de un ordenador, afortunados ellos, se limitan a elegir entre sí y no. 
Como creo que es un filosofía buenísima, intento aplicármelo a la vida. Incluso me atrevo a proponérselo como movimiento y a denominarlo como el M.F.B. (Movimiento de la Filosofía Binaria). Estoy trabajando en sus correspondientes diez mandamientos pero solo se me ha ocurrido uno de momento. 

Primer mandamiento. Cuantas menos decisiones haya que tomar, mejor.
Ni les engaño, ni es poca cosa. Sepan ustedes que la eficacia viene acompañada de la conservación de energía, y sepan, si no lo saben ya, que elegir cansa. Y estar cansado no es bueno ergo elegir tampoco. Una vida donde hay que tomar menos decisiones es una vida mejor. Y a pesar de que los políticos nos frían con elecciones no tiene sentido pensar en un segundo mandamiento hasta que no dominemos este. Cuantas menos decisiones haya que tomar en la vida, mejor. Insisto.

Casi seguro que hay algún estudio que podamos encontrar por ahí que demuestre que el 80% de las decisiones que tomamos al día o le corresponden a otro o son intranscendentes para nuestra vida y sin embargo ocupan nuestro tiempo. Los miembros del M.F.B., que queremos tener la cabeza tranquila porque nada nos atormente y eso y resulta que estamos rodeados de gente que insiste en que les prestemos atención a ellos y a sus cosas. No hablo del trabajo, que para eso nos pagan. El cine, los diarios, los dominicales, la radio, la publicidad exterior, Internet, las revistas, la tele, los actos de patrocinio, de mecenazgo, el marketing social, la responsabilidad social corporativa, los actos de patrocinio deportivo, la animación en el punto de venta, las guías, anuarios y directorios, el buzoneo, los folletos, los catálogos, las ferias y exposiciones, los juegos promocionales, el emailing personalizado, el marketing móvil, la señalización, los juegos on-line, los toldos, los anuncios, los mupis y los regalos publicitarios son algunas de las amenazas que nos acechan mendigándonos que vayamos a decidir por ellos. ¿Qué prefiere? ¿Hamburguesa tradicional o super? ¿Con pan de pipas o de muesly? ¿Con patatas o mazorca? ¿Grande o extra? ¡Yo que se! ¿Eso no es acoso? Porque yo paso un mal rato.

En serio. Si quieren poner remedio a sus vidas tómense la molestia de contar las veces que toman decisiones al cabo del día. Luego jueguen a reducir ese número. Verán qué alivio. Como ejercicio demostrativo les propongo que pongan acento argentino y se pregunten: ¿Cuántas decisiones tomaste hoy? Acompañen la frase con su propio nombre. ¿Cuántas decisiones tomaste hoy Juan Manuel?, en mi caso. ¿Cuántas fueron acertadas? ¿Cuántas intranscendentes? ¿Cuántas retrasaste? Decisiones, como canta Ruben Blades. Decisiones cada día. Hasta el gorro de decisiones. Y encima ahora hay que votar. Y una decisión debe ser informada, reflexionada… pero es que no tengo tiempo de leerme el programa electoral de todos. Además, ¿de quien me fío? Decisiones. Conscientes, inconscientes y subconscientes. Pero ¿porqué decidimos tanto? A mí, sin ir más lejos, el día a día me consume entre decisiones. Me levanto. ¿Qué me pongo? Esta pregunta ya me quita el tiempo y además pone de manifiesto mi incapacidad para seguir las instrucciones de mi señora, sobre todo cuando viajo. El más listo que conozco en este sentido, Mark Zuckerberg (el fundador de Facebook) utiliza su condición de ultramillonario para que todo el mundo acepte que solo use pantalones y camisetas de un mismo modelo. ¡Qué listo el tío! Ahorrándose el ¿qué me pongo? ya ha ganado una horita al día con respecto a los demás. Y aunque no creo que él tenga problemas de lavandería, hasta en el ahorro de lavadora le alabo el gusto. Le propongo como Mesías para este mandamiento. Pero a mí eso no se me tolera. Supongo que por pobre. Sueño con disponer de un mono ultratecnificado que no se ensucie pase lo que pase y que mantenga una temperatura estable durante todo el año pase lo que pase también. Y que se ocupe de los residuos. También podría cambiar de color tipo camaleón y adoptar el diseño que cada momento requiriese, sea este un atuendo deportivo o un frac inglés, pero eso ya que lo decida el propio traje, por GPS, por Wifi o como quiera. A mí que me deje en paz. Eso es lo que uno espera de la tecnología, que le facilite la vida ¿no? Pues a por ello, inventores. Por favor. Yo me pongo con el segundo mandamiento: Si no es que sí, es que no.

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