Opinión

¡Escolta tu, Sr. Rajoy, no fotis!

Sabes cómo podríamos anexionarnos Portugal?", me preguntó un día un oficial (y caballero) amigo mío, piloto de las FAMET. Sobrevolábamos en un helicóptero la frontera del río Miño. Ni puta idea, le contesté. "Les declaramos la guerra, les dejamos ganar y luego elecciones". Entonces aún existían "raias", aduanas y reticencias; aunque uno se las pasara por el forro de las nubes.

Y hablando de reticencias, Sr. Rajoy, deje Ud. votar a los catalanes. ¿Ilegalidad?, ¿Constitución?, no me venga con pamplinas. La voz de un pueblo jamás será ilegal. Ni siquiera la de los hinchas del Atleti. Incluso yo, que sólo entré una vez en mi vida en un estadio (y fue en paracaídas), me hice del Barça cuando Ud. no tuvo el señorío de desear que "ganara el mejor" en la última apoteosis de Lisboa. "Yo soy del Real Madrid, como todo el mundo sabe", "xopeó"...¡Ay, como se le nota aún ese cisma vergonzante de quienes profesan en la clandestinidad alguna de las dos Españas! Bueno, ahora tres.

¡Déjeles votar, Sr Rajoy! Ilegal es la financiación de su partido, los sobrecitos de marras, la Gürtel, los confetis de su ministra. Y Ud. y su gobierno siguen ahí. Ahí están, ahí están, de adorno, como la Puerta de Alcalá, ¡pero más sordos! Hagan algo, cojones. ¿Esperan a endiñarles la rima del artículo 155?, ¿quieren aferrarse a la literalidad de la Constitución? La literalidad a veces no es muy clara: ¿se puede, o no, perder un imperdible? Además, "as leis van para onde queren os reis" (bueno, y la Merkel) así que alguna forma habrá de permitirles la consulta. Tampoco escupan hacia los Pujol para frenar el afán secesionista; los gargajos los lleva el viento y podrían caerles en la cara. Y que no venga el Sr. vergallo, berreallo, espantallo o como coño se llame ese ministro das silveiras, con amenazas; porque nos pueden montar una Primavera a lo Tahrir en la Plaça Catalunya, y malograrnos quince mil (millones) de cosechas.

"Escolta tu, no fotis", déjeles votar. Así sabremos, de entrada, cuántos no lo tienen claro. No les vaya con la monserga de que son un país pequeño y que vivirán el Apocalipsis una vez que se separen: Luxemburgo, Dinamarca, Suiza, Mónaco, Finlandia... ¿cuántos quiere que le nombre, en donde se vive de puta madre? Diga "sí", Sr. Rajoy; las palabras más cortas son las más demoledoras: sol, mar, amor, oro, ¡ay!, vivir, votar, incluso Dios... In-cons-ti-tu-cio-na- li-dad suena a supercalifragilísticoexpialidoso; yo la cambiaría por corsé, o lo dividiría en dos palabras: pura paja.

Déjeles votar "cullóns", ¿no ve que son diferentes?, ¿que poseen otro idioma, otra cultura, que se anudan en "castells" hasta rozar casi el cielo?, ¿que pagan a escote incluso el "pa amb oli " y que bailan la sardana?, ¿no ve que son trabajadores, como hormigas, en un país que tiene una plaga de cigarras "cantaoras" más devastadora que las langostas de Egipto? Nos hacen falta, Sr. Rajoy. Nos hace falta vivir y convivir con este pueblo honrado y con su gente. Hagámoslos amigos: "Prou bons amics per parlar de diners".

Eso sí, en caso de duda, "votarems tots juntes" . Que todos juntos derrocamos la Dictadura, hicimos la Transición y aprobamos la Autonomía que ahora les parece "molt poca cosa". ¡Y que gane el mejor!, Sr. Rajoy, ¡O que pierda la inmensa minoría! Los países no sé, pero las guerras (internas) se ganan en las urnas. Aun así, si algún día se van de España, sepa que yo también me iré con ellos. Porque -me lo decía mi madre-: "Si ves un catalán tirarse de un último piso, salta detrás de él que es 'negoci".

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