Opinión

Heart attack International Airport

Esta semana caminé a Madrid desde Vigo. Una hora antes, como es injusto y necesario, tuve que estar en el aeropuerto para facturar. Me había levantado como si me tocara entrar en el primer turno de Citroën, noche cerrada, porque en Galicia, aunque estamos al oeste, andamos con horario japonés. Me confundí de aparcamiento: aproximé el morro de mi coche hasta la barrera de rent a car y después tuve que dar marcha atrás, como cuando los condones eran artículo de lujo -y de sonrojo- y uno mismo se las apañaba para hacer deprofiláctico. La maniobra no fue fácil. Se había formado una pequeña cola y alguien empezó a tocar el claxon. Me puse neurasténico: “¡Que te den!, ¡y a ti que lo intente un impotente, pero con halitosis!”, etc. Así que salí a toda (mala) leche y me salté sin darme cuenta la entrada del parking público. Solo por eso, y porque tengo un smart,aparqué fuera del recinto aeroportuario.

Llegar a un aeropuerto a pie puede resultar tan estrambótico como hacerlo a nado. No es plan para gente honrada, ni siquiera para los que viven en las inmediaciones. Todo dios te mira. No hay indicaciones, ni aceras, ni alumbrado. De pronto te sorprendes caminando campo a través, como si te acabaras de fugar de un penal, y además deslumbrado por los focos de la plataforma de aviones. Uf, menos mal que no soltaron a los dóberman. 

Cuando me acodé en el mostrador de Air europa pensé que ya estaba a salvo. Pero pronto empezó de nuevo el corre-corre: zapatos fuera, cinturón fuera, reloj fuera, ordenador a la vista, teléfono a la vista, vergüenzas a la vista (porque se te caen los pantalones), y dignidad pisoteada. Descalzo, sujetando las calzas con una mano,y casi a cuerpo gentil porque te obligan a sacarte también la cazadora, pareces un marginal. Pero aun así has de llevar en la otra mano el carnet de indignidad y la tarjeta de embarque, si no, eres tal cual un refugiado.

Comienzan la perorata y las consignas por los altavoces: no lleves esto ni lo otro, ten tu equipaje a la vista, cuidado con los rateros; la contaminación acústica te pone también acelerado: anuncian en gallego, en castellano (hay que ver que patanes nos presumen), en inglés y, en su caso, en gabacho, la salida de Air France, de Alitalia, de Aeroflot,de delta Airlines. Temes perder tu vuelo. Y le preguntas al reo de al lado si han nombrado ya Air europa. pero resulta que son códigos compartidos y que ahí afuera hay solo un simple embraer. Entras a duras penas, casi con calzador; más que sentarte te acuclillas, y cuando ya estás relajándote te ponen música de dentista: y ahí es cuando temes un ataque al corazón. Volar es cada vez más inhumano.

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