Opinión

Hilo blanco, hilo negro

Qué inoportunos recuerdos ahora que te contemplo ahí, desnuda, blanca, fuerte, enjuta, con tu osamenta de barco (no estás hecha para volar como los pájaros que tienen la suya hueca) y tu sobrio perfil de mascarón a pesar de los tubos y el oxígeno. Euskalduna, "la que posee la lengua", la que recalca las erres, recia, bragada y noble, de las de ¡para siempre!, estoy seguro, aunque suene tan grotesco ahora que están a punto de descuartizarte en mil pedazos.

Qué inoportunos recuerdos, la Habana, el Meliá Cohiba, la mulatita aquella ocasional y pizpireta, la suite "69" con vistas al malecón y a las ruinas de aquella Pompeya salitrosa y cubierta de cenizas de colores en forma de ropa (vieja) oreando en balcones y azoteas, en donde todo había quedado igual que estaba -en Cuba siempre es 26- desde que se fuera Batista y las hordas de yankis dejaran de arribar ansiosas a aliviarse la entrepierna...¡y qué ilusos los barbudos que creían que habían clausurado por fin aquel burdel!

Qué inoportunos recuerdos, porque con las mujeres desnudas he vivido noches indecorosas de cuchillos (romos) y gemidos (largos) y esta está siendo una noche de confidencias; y porque tú estás en un quirófano, donante generosa, inerme,anónima, sola, expuesta bajo la luz procaz de los neones, "naturaleza viva (muerta) de autor ignoto", entregada como un animal vencido ante quienes van a seccionarte en esquejes de vida que se insertarán luego en otras carnes y que animarán ¡oh cirujanos, semi dioses!, otras existencias...

Qué inoportunos recuerdos porque observo cómo te embadurnan previamente con ese desinfectante color ocre que aún te hace parecer más a aquella otra, porque observo tu vello púbico rasurado, tus senos como palomas dormidas (algún poeta lo habrá escrito) al socaire de tu feminidad cóncava: recipiente, boca, vientre, bibalbo, tupperware, ya desde el origen de los tiempos asociada a entrega y a pecado, y porque observo tu quietud, tu pasividad, tu sumisión que me hacen evocar, oh, mente loca, su fogosidad de hembra insaciable, su ardor sin límite.

Pero los recuerdos son así, imprevisibles, insolentes, a destiempo, como el gatillazo tras la boda o la erección en un entierro; aparecen y desaparecen como los espíritus; van y vienen cargados de reproches, de altivez, de pesadumbre; inmensos o serenos; lascivos, tormentosos..."van e veñen, van e veñen, van e veñen", como las olas del océano. Y aunque por ahí sostengan que olvidar es necesario y es la única manera de poder seguir viviendo, yo procuro no ahuyentarlos no vaya a ser que algún día, maldita sea -y eso si el alemán que extravía las cosas lo consiente-, sea lo único que me quede.

Qué inoportunos recuerdos, digo, tú tan caucásica, okotz haundi, braquicéfala, "tête de lièvre à temps gonflées", de autóctono linaje, y exclusivo halotipo mitocondrial. Ella tan...mulata, de mula, cruce, gleba,ilota, casta (de la que le viene al galgo, claro), con el factor RH de la tinta china y extenuante vigor híbrido... ¡Y tan iguales en mi mente!. ¡Oh, las mujeres, el hilo blanco y el hilo negro que evoca el Corán, tan solo distinguibles cuando llega el alba!... Si, acaso sea eso.

Te puede interesar