Opinión

¡Vale más que zo-zobre!

Pero vamos a ver: ¿no le hacen inspecciones hoy en día a todo quisqui?, ¿no revisan los del gas las tuberías?, ¿los coches las ITV?, ¿los del traje negro a los de guante blanco?, ¿las viviendas los del Concello? y así hasta mil ejemplos... Entonces, ¿cómo se concibe que la Iglesia no solo no revise las tendencias pederastas y los actos criminales de sus propias huestes sino que diga que se entera por la prensa, como los políticos?... ¡Ya les vale, no!... ¡Si hasta el pobre Benedicto XVI, acuciado por el lobby radical gay del Vaticano, tuvo que tomar por… donde se va hacia Villadiego!

Es el caso, entre nosotros, de Mougás (Pontevedra), en donde un tal Miguel Rosendo, al frente de la “Orden y Mandato de S. Miguel Arcángel”, con unas monjitas de pasarela y look de equipo ciclista, tenía montado un harén para consumo propio. O el “clan de los Romanones” en Granada, donde varios curas libertinos, con pasta a mazo y dúplex en la playa, se beneficiaron y compartieron a lo largo de los años al primero infante, después efebo, más tarde núbil y siempre incauto “Daniel”… Diez curas en total, contando los pajilleros encubridores… ¡Diez de cuántos, dios! -discúlpeseme la invocación-… ¡Vamos, es que ni siquiera en Sodoma, en pleno subidón carnal, montaban tales desenfrenos!... Y el arzobispo de Granada, con liturgia de viernes santo y teatro de jueves negro, se postra decúbito prono (menos mal que detrás solo tenía fieles) para pedir perdón “porque lo que hacemos a nuestros hermanos se lo hacemos a Cristo”. Espero que lo haya dicho en sentido figurado... Tuvo que llegar Bergolio, el primo de zumosol, e hinchársele los baricentros que si no… ¡menuda panda de abusones! 

La ocasión hace al hombre maricón, y en las cárceles, ejércitos, largas singladuras y seminarios es muy frecuente esta simbiosis. No es que me importe. Siempre he envidiado a los que van vela y a vapor, y no hacen ascos tampoco a la sumisa cabritiña… ¡Maloserá así no pillar cacho cuando uno anda cachondo! Pero no como una opción desesperada, del “cuando las ganas de joder aprieta”; o maniquea, del “todo es puro, somos templos del Señor, o al infierno”; sino como una decisión sin coacciones y con camas individuales por si acaso. 

“¿Y Ud. qué opina de que los curas se casen?”, preguntaba por preguntar un preguntón. “Bueno, si se quieren…” respondía el preguntado… ¡Déjense ya de macana che!, que ahora tienen un papa austral y futbolero, con un par de pelotas; y deroguen de una buena vez ese voto de castidad que tendrá el infierno hasta arriba de sotanas. Deroguen incluso -siempre que sean consentidos y sin engaño no lo son- los actos impuros; deroguen para siempre ese sexto sufrimiento... Pero si quieren ser célibes -por mí como si se la machacan-, no nos vengan con engaños y tapujos. Son muchos, ¡muchísimos!, los casos y los abusos de todo tipo: de autoridad, de confianza, sexuales, de grandeza, de poder, de hecho y de desprecio a los impúberes –aún con su consentimiento-, en relación al exiguo número de curas que hay en la sociedad. Estamos en época de cambios. Sean valientes, coño. Decídanse ya, dejen esa vocecita a lo Francisquito (bajo palio) y den un golpe de timón en esa barca de salvar almas, que si no, con tanta “oveja descarriada” a bordo se les irá al garete y zozobrará… ¿O es que acaso vale más que “zo-zobre” y no que fa-falte, que diría emocionado un mariquita en una lancha repleta de nabos?

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