Opinión

EDITORIAL | Somos Ourense, hagámonos oír

Copia de SORTEO COPA DEL REY

Cada vez que los gobiernos ponen la mirada en Bruselas para conseguir fondos europeos, los oímos hablar de despoblación, envejecimiento demográfico, dispersión como argumentos para solicitarlos. Son los mismos conceptos que definen la España vaciada, ese grupo al que pertenece Ourense y del que solamente se puede salir con inversiones millonarias destinadas a proyectos coherentes con su territorio. Así que, si se logran fondos es porque los políticos que los negocian en las instancias de la Comisión Europea están defendiendo una causa justa y necesaria. El problema llega cuando, una vez conseguido el paquete hay que repartirlo. Entonces la despoblación, el envejecimiento, la dispersión ya no tienen tanto peso. Sirvieron de reclamo para optar a esos recursos, pero el destino final va a depender de otro tipo de criterios, como la presión de grupos políticos de comunidades como Cataluña, País Vasco o Teruel, que el gobierno necesita para aprobar los presupuestos, con lo que las diferencias entre territorios se acrecientan y en ese rumbo Ourense sigue estando del lado de los menos beneficiados.

...si se logran fondos es porque los políticos que los negocian en las instancias de la Comisión Europea están defendiendo una causa justa y necesaria. El problema llega cuando, una vez conseguido el paquete hay que repartirlo. Entonces la despoblación, el envejecimiento, la dispersión ya no tienen tanto peso.

Eso sí. Cuando llega el momento de presentar los presupuestos, nos dicen que tenemos la mayor inversión per cápita. Que hemos logrado de los fondos Next Generation más que la mayoría de las provincias. Pero el lector ya sabe que los políticos son auténticos maestros en convertir la estadística en esa ciencia que es capaz de mentir con las matemáticas. ¿Inversión per cápita? Cada vez será mayor, naturalmente. Pero no porque el gobierno aumente el dinero, sino porque somos menos en el divisor. La población de Ourense cae cada año de manera inexorable y seguirá haciéndolo mientras no se tomen medidas que realmente inviertan ese nefasto rumbo al que nos llevan desde hace décadas toda una sucesión de gobiernos que nos han prometido y mentido con demasiada facilidad.

Es cierto que ha habido y todavía hay dinero comunitario en Ourense. Los enormes carteles que aparecen cerca de las obras de la línea de alta velocidad nos lo recuerdan. Pero no éramos el objetivo de esa inversión, sino una mera servidumbre de paso. Eso explica, por ejemplo, que el AVE haya llegado a una ciudad a la que todavía no se le ha puesto ni la primera piedra a una estación que lleva diseñada casi una década, y los AVE entran en un andén provisional, sin marquesina que cubra a los viajeros cuando llueve. En cambio, Vigo, Santiago y A Coruña, o ya tienen estación o ya han comenzado las obras para su remodelación.

Es cierto que ha habido y todavía hay dinero comunitario en Ourense. Los enormes carteles que aparecen cerca de las obras de la línea de alta velocidad nos lo recuerdan. Pero no éramos el objetivo de esa inversión, sino una mera servidumbre de paso.

Pero volvamos a los dineros europeos. Los fondos Next Generation, creados para dar un importante impulso tras la pandemia, tenían como objetivo financiar proyectos enmarcados en la sostenibilidad y la ecología, de modo que en la recuperación se abriesen nuevos horizontes. Una gran oportunidad, sin duda para actividades relacionadas con la España vaciada, esa a la que todos miraron desde las ciudades durante el confinamiento, para que no dejase de producir alimentos y materias primas, tras haberla abandonado durante décadas, generando una dependencia exterior que al final se volvió contra nosotros, no solo en la pandemia sino también ahora con la guerra en Ucrania. Ourense tiene mucho que ofrecer en ese campo en sectores como el forestal y el agrario. Pero el dinero llegado del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, los famosos fondos Next Generation fueron para la variante exterior de la línea de alta velocidad. Un vergonzoso doble engaño: a Bruselas y a los ourensanos. A Bruselas porque le han colado una obra no porque sea sostenible o ecológica, sino porque se ajusta a los plazos exigidos por la Comisión, en lo que concierne a ejecución y entrada en servicio, simplemente para ahorrar un dinero que ya tendría que haber estado gastado en 2017. Y a los ourensanos porque ni un solo euro de esa partida va a servir para la recuperación y resiliencia de nuestra provincia.

Los principios de equilibrio, de solidaridad territorial, la discriminación positiva en favor de las provincias más desfavorecidas llena los discursos a políticos de izquierda y derecha. Pero a la hora de tomar decisiones piensan en aquellos destinos en los que obtendrán más votos. El ejemplo más próximo lo vimos en la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial, dentro del plan de descentralización administrativa. Ourense se presenta como solvente candidata, con un campus universitario que la respalda, un tejido empresarial y, sobre todo, una gran necesidad de abrir nuevos horizontes a su futuro. Pero la elegida ha sido A Coruña, una ciudad que centraliza la mayor parte de la riqueza de Galicia y su industria y los fondos europeos destinados al desarrollo en grandes obras. La descentralización tiende a sus propios centralismos y de nuevo quieren dejar a Ourense fuera del mapa.

Los principios de equilibrio, de solidaridad territorial, la discriminación positiva en favor de las provincias más desfavorecidas llena los discursos a políticos de izquierda y derecha. Pero a la hora de tomar decisiones piensan en aquellos destinos en los que obtendrán más votos.

Ahora se cumplen veinte años del Prestige y pensamos en la gran catástrofe que asoló el litoral y cómo se tomaron medidas para recuperar el territorio afectado y evitar nuevas situaciones como aquella, sin duda gracias a la presión ciudadana. Nosotros vivimos cada verano un Prestige en forma de incendios forestales desde hace décadas ¿Cuántas miles de hectáreas más van a tener que arder en Ourense para que se ponga fin a la tragedia?

Este es el momento de plantar cara. De que los políticos ejerzan la responsabilidad que tienen para con quienes les votan. Está en juego mucho más que esa agencia de supervisión de la inteligencia artificial, que la recuperación y la resiliencia. Están en juego nuestro campo, nuestros bosques, nuestras villas, nuestros vecinos, nuestra vida. No pueden seguir jugando con nosotros y eso solo se logra alzando la voz. Con fuerza, con valentía, con determinación. La nuestra, será la primera. Pero no puede ser la única.

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