Opinión

El fin y los medios

Cabalgamos sobre tiempos turbulentos que hacen dificultosa la tarea de sortear obstáculos que aparecen delante; sobrevivir tiene mayor complejidad. Tal vez sea eso, o la propia propensión humana a buscar atajos para conseguir lo deseado, el caso es que se trata de llegar, sin importar cómo. Este proceloso escenario en el que se representa la vida misma, cada vez es más frecuente que los objetivos se logren a costa de lo que sea; como si el fin justificase los medios. Sucede en muchos órdenes, y lo que es peor, con protagonistas de los que se esperan conductas ejemplarizantes.

La muerte de Asunta Basterra ha servido para reeditar la indecencia de algunos medios. Hubo quien creyó que el infame espectáculo ofrecido sobre el accidente de Angrois, iba a marcar un ante y un después; incluso quienes pensaron en un retorno a los mínimos que marcan la ética y la profesionalidad.

Un sarcasmo. Acabamos de ver como en pocas horas se pasaba de titulares que daban a la malograda niña como heredera universal de sus abuelos a otros con idéntico alarde tipográfico diciendo que no se le menciona. O sea, lo contrario, sin que ello merezca aclaración alguna; u otro en el que se afirma que se está investigando la muerte de los abuelos, para poner un poco más tarde que no es cierto. Eso en el mismo medio que defendió de forma tan tenaz como inútil el carácter informativo (?) de las infames fotografías de los heridos de Angrois bañados en sangre y retorciéndose de dolor.

El domingo, en Alcañiz, Marc Márquez ganó en Moto GP, aunque para ello hubiese de llevarse por delante y echar al suelo a Dani Pedrosa. No es la primavera vez. Ya ganado, redujo el incidente a simple lance de carrera, en la que importa el triunfo más que la suerte de los rivales ante su antideportiva estrategia. Absorbido por el ansia de gloria, le falta tiempo para la escuela. Por eso mientras camina por la senda de los diosecillos, deberían ponerle videos de Rafa Nadal sobre humildad. Con él, a los ronaldos,sean cristianos, musulmanes o ateos, y a laquellos que pasan del derecho a la información al lodo sin enterarse.

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