El Bloque Nacionalista Galego acaba de solicitar al Gobierno la creación de más juzgados específicos para delitos de violencia machista. Lo hace en un momento en que ha saltado de nuevo a la calle el cuestionamiento de la ley, así como el debate sobre qué hacer con menores que cometen delitos hasta ahora de mayores, pero que cada vez más tienen a adolescentes o niños como protagonistas.
Todo salta al rebufo de las bárbaras violaciones de dos niñas 13 y 12 años, respectivamente, en Andalucía. Los agresores -al menos media docena en cada caso- a los que supondríamos matando el tiempo entre los cromos y la Play Station, resulta que les da ya por reproducir roles de adultos delincuentes. El escaso seso y ninguna educación los suplen con conductas de machos en la acepción más peyorativa y underground.
Hay voces, ya vemos, que piden más juzgados, revisión de la Ley del Menor para endurecer con denas e incluso rebajar la edad de responsabilidad penal. Algo habrá que hacer, si bien meter en la cárcel a niños de trece, de once o de diez años es una solución dudosa, teniendo en cuenta que cada vez baja más la edad de inicio en la delincuencia, incluida la machista. En cambio, a lo mejor, habría que empezar a plantearse hasta qué punto los padres son responsables de criar fieras en vez de hijos capaces de respetar a los demás.
Los expertos hace tiempo que han hecho sonar las alarmas. Algo está pasando en la sociedad cuando en los primeros cursos de ESO (a los que pertenecen la mayoría de los señalados), también aquí en Ourense, hay alumnos capaces de tirar papeles y objetos a determinados profesores, cuando están de espaldas o, simplemente, se niegan a aceptar una orden del responsable de la clase. Así de simple, así de acerca, así de terrible, se genera el caldo de cultivo para otras acciones más valientes.
